El día que Chaljub murió Altos mandos militares informaron en 1967 que Rafael Chaljub había caído en combate

El día que Chaljub murió Altos mandos militares informaron en 1967  que Rafael Chaljub había caído en combate

El informe más voluminoso remitido al secretario de las Fuerzas Armadas en los conmocionados meses de abril y mayo de 1967 fue el que escribieron otros militares dándole cuenta de que el alzamiento de Sabana Consuelo, en Las Gordas, Nagua, había culminado con la muerte del “guerrillero comunista” Rafael Chaljub. Anexaron listas de las armas y otros efectos ocupados a los revolucionarios y una extensa relación de nombres de personas encontrada en los bolsillos de un abatido Rafael Chaljub que no era tal.
Es probable que el entusiasmo por informar a su superior un caso que supusieron cerrado impidiera a los coroneles Julio Antonio Soto Echavarría y Ramiro Matos González y al capitán de navío Francisco A. Amiama Castillo, profundizar en sus investigaciones y ofrecer a su patrón una descripción más exacta de los hechos.
Rafael Chaljub Mejía goza de buena salud a casi medio siglo del suceso y aunque fue perseguido rabiosamente cuando se descubrió la colosal equivocación, sobrevivió a la cacería y pudo aclarar lo que los altos oficiales reportaron entonces como certeza.
El verdadero caído fue Luis de Peña (Luis Parris), miembro de alta jerarquía del 14 de Junio, quien le acompañaba en la empresa. “Luis, apunta Chaljub, encabezó la retirada, seguido por los otros tres compañeros que en ese preciso instante estábamos allí”. Agrega que “en medio del claro, las balas alcanzaron a Luis, quien lanzó una súbita exclamación y cayó al suelo. A partir de ahí el fuego se hizo mucho más intenso y, bajo tiros, los tres restantes pudimos llegar ilesos a la franja del monte”, narra Chaljub en su libro “Cuesta Arriba, Memorias”, publicado en 1997. En 22 páginas, cuenta su versión de este acontecimiento poco conocido.
Soto, Amiama y Ramiro Matos comunicaron que se trasladaron en helicóptero a la fortaleza General Olegario Tenares, fueron recibidos por oficiales locales quienes les narraron lo sucedido basados en el testimonio de José María Hernández (Mallía), alcalde pedáneo de Las Gordas y de Tilo Henríquez, cuya función no especifican.
Tilo denunció que en Sabana Consuelo “había unos hombres con armas largas” por lo que inmediatamente “dispusieron que una patrulla mixta compuesta por miembros del Ejército y la Policía Nacional (27 hombres en total), bajo el mando del primer teniente Jesús María Pérez Quezada y de un segundo teniente de la Policía, saliera hacia el lugar”.
Los anfitriones mostraron a sus colegas de la Capital “armas y efectos capturados en el campamento abandonado. Con esta información nos trasladamos en helicóptero a la Sabana Consuelo, donde hicimos contacto con la patrulla mixta”, escribieron Matos, Soto y Amiama.
El comandante del pelotón les notificó que pernoctaron en el sitio hasta las cuatro de la mañana del 4 de mayo y a esa hora comenzaron a avanzar “sobre el bosquecito donde se suponía estaban los elementos armados y que mientras avanzaban en una formación desplegada hacia el lugar, un perro presumiblemente de uno de los guerrilleros comunistas les ladró, poniéndoles en estado de alerta e inmediatamente una ráfaga de tiros los obligó a tenderse, contestándole el fuego, entablándose un combate de encuentro que culminó con la dispersión de los guerrilleros hacia el norte, siendo perseguidos por la aludida patrulla”.
Agrega que al abandonar la espesura vieron a cuatro hombres internándose en otra más lejana “mientras un quinto aparentemente les protegía su retirada disparando sobre la patrulla, siendo este alcanzado por el fuego concentrado y efectivo de la misma, la cual continuó la persecución de los cuatro restantes, encontrando una subametralladora “Thompson”, presumiblemente de uno de los que huía y que asegura está herido”.
Manifiestan los remitentes que “todavía a la hora que nosotros llegamos no habían sido localizados los que huyeron. Fuimos al sitio donde quedó el cadáver del guerrillero, nombrado Rafael Chaljub, quien presentaba varios impactos mortales por necesidad”.
Concluyen anotando que el campamento no era para más de cinco hombres, “por su tamaño, por la cantidad de efectos encontrados y por la información de la patrulla mixta”.
En el lugar también fue asesinado Miguel Reyes Saldaña (Manuel), “un hombre de fuerza física y valor poco comunes… Cuando se enteró de la muerte de Luis, dispuso que desenterraran una ametralladora Madsen, brasileña, de bípode, porque con ella Reyes quería emboscar al Ejército y dispararle una buena descarga de proyectiles antes de retirarse”. Fue descubierto a la salida del rancho donde se alojaba y una “lluvia de plomo le cortó la vida”, narra Chaljub.
Chaljub no ofrece explicación al error de su anunciada muerte aunque señala a Pérez y Pérez y Carlos Goico Morales, quienes la hicieron pública. El 6 de mayo, el general Juan Esteban Pérez Guillén, jefe del Ejército Nacional, informó a Pérez y Pérez que desde la inteligencia de Nagua le reportaron que “el bandolero que resultó muerto por una patrulla mixta del Ejército y la Policía Nacional fue identificado por familiares del mismo y autoridades judiciales con el nombre de Luis Ernesto Peña Pichardo, quien se presume era hermano de la esposa del doctor Segundo Armando González Tamayo”.
Soto, Matos y Amiama solicitaron refuerzos para que se intensificaran las patrullas y se iniciara una búsqueda minuciosa por el área, pues Fermín González, segundo alcalde de Baoba del Piñal, les comunicó la posibilidad de que existieran “otros campamentos de guerrilleros comunistas en las lomas Colorada, De los Pájaros y La Ceniza, cerca de El Guayabo”.
Cédulas y otras propiedades.
Los militares encontraron en el campamento cédulas correspondientes a Luis Ernesto Peña Pichardo, Secundino Hernández Vargas y Antonio Peña Ventura. También fusiles, escopetas, cargadores, cápsulas, linternas, cantimploras, pala, mochila, máquina de escribir, dos suéters, brújula, granada de mano fragmentaria, saco de lona, un bulto de Pan-Am, un caldero pequeño, un pote de tinta Quink, cinco libros “de literatura comunista”, un almanaque, un mapa de la República Dominicana, nueve pantalones “civiles” de colores, cinco sábanas, tijeras, cinco camisas “civiles”, un saco de “Kaki”, una lima, una grapadora, una cartera con distintas fotografías, una bomba de agua.
Además, cuatro pantaloncillos, siete camisillas, dos pares de zapatos “de distintos pies”, tres pares “y medio de medias”, linterna de manos, un pañuelo…
En los bolsillos del falso Chaljub hay nombres de hombres y mujeres y de lugares como Payita, Arroyo al Medio, Los Naranjos, Las Gordas, Las Piraguas, Laborí, Los Jengibres, El Polo, El abanico, La entrada. Entre las personas figuran Luis Peña y Nelson Chaljub. Son más de 68.
Chaljub se salvó porque el 1J4 lo envió a estudiar a la República Popular China.
En esos dos meses de 1967, sin embargo, la guardia y la Policía siguieron encontrando otros “focos guerrilleros” y detectando actos terroristas y tramas para tumbar al Gobierno y asesinar a Balaguer. Por eso arreció la persecución contra la izquierda, militares constitucionalistas, Bosch y otras figuras. A Caamaño le controlaban los pasos.

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