El dibujo de Ramón Oviedo

El dibujo de Ramón Oviedo

Los dibujos del maestro Ramón Oviedo, área a la que se dedicó desde muy temprano.

Ramón Oviedo alía los talentos sobresalientes de dibujante y de pintor, considerados indisociables. Con motivo de un centenario celebrado con entusiasmo, los dibujos ameritan una exposición y un homenaje especial

Si nos preguntaran lo que preferimos, la pintura o el dibujo de Ramón Oviedo, a pesar de la magnificencia y el despliegue de la pintura, optaríamos por el dibujo.

Y si nos preguntarán el por qué de esa exaltación de lo gráfico cuando hay murales impresionantes y telas suntuosas, responderemos que sencillamente Ramón Oviedo se entregó al dibujo naturalmente.

Estaba predestinado, lo dijo él mismo, y esa afirmación, algo jocosa, se repitió hasta la saciedad: “Dibujaba desde que yo estaba en el vientre de mi madre”.

Continuó el dibujante “nato” en la niñez, en la adolescencia, se destacó muy joven como empleado cartográfico, brilló en el dibujo publicitario, y siempre atesoró la línea, el papel, cualquier clase de marcador…

Ramón Oviedo “entró en dibujo” como se entra en religión, casi humildemente, aunque después alcanzó una pintura cardenalicia…

Pasión por el dibujo

Durante toda una larga vida, el dibujo le siguió apasionando, en todas sus expresiones, en blanco y negro, o a color. Garabatos geniales, apuntes instantáneos, bocetos dinámicos, estudios pre-pictóricos, obras perfectamente terminadas no solo se sucedían, sino se hacían al mismo tiempo, y cuántas tal vez se destruían…

Y si a veces las representaciones se volvían vehementes, es que comunicaban la alegría y la necesidad introspectiva de crear, de forjar una obra propia, de situarse en el marco social e ideológico. Ramón Oviedo lo afirmó con firmeza: “Yo creo que, cuando la persona tiene una vocación de lo que sea, no importa el paso que da”.

Y cuando vemos la hoja de papel Bond engalanada de trazos aéreos que estructuran espacios transparentes, nos sorprendemos de su fuerza y significación si insistimos en su lectura.

Tampoco faltan los contrastes: así una construcción irregular, donde abstracción y figuración se funden, destaca su negro voluble en el entorno blanco. E impresiona tanto por su expresionismo como por su formato excepcional… Alternan pues en el dibujo de Oviedo la ligereza y la densidad, los contornos y las líneas interiores.

No han destacado suficientemente en el maestro, su manera de pensar y de expresar. Muchas de sus palabras son sentencias, dictando pautas en la ética y la vida, no solo en el arte.

En esta facultad, se parecía a Pablo Picasso, al que tanto admiraba y reverenciaba hasta una apropiación (re)creativa. Más que los grandes discursos aleccionadores, valen la sugerencia, la orientación, la advertencia que dejan sus huellas.

El Compromiso

El hambre, la pobreza, la familia sin recursos han inspirado a Ramón Oviedo, sobre todo en su juventud. La palabra “inspiración” no es la mejor… diríamos que notables dibujos han sido motivados por su alarma ante la miseria del pueblo dominicano.

Su estilo entonces se adhería al realismo, con una compasión particular por los gestos, por los rostros, hasta por la mirada de los personajes.

Ramón Oviedo fue un artista comprometido, siendo dibujar para él un medio de lucha: “Fui el primer artista que hizo una pancarta con el propósito de incitar al pueblo a tomar las armas”.

Y hay un dibujo inolvidable, que muestra a un hombre indefenso enfrentando a los cañones enemigos, solo con su cuerpo y su coraje. Podría ser un autorretrato subconsciente del artista durante la contienda revolucionaria del 1965: él ha llevado esta imagen bélica y retadora a la pintura.

Ahora bien, en su dibujo el compromiso no se limitó a la política y a los padecimientos criollos. Ramón Oviedo (sos) tenía preocupaciones universales, por la humanidad, la civilización, la paz, el futuro. Y sus dibujos generalmente están cargados de emoción, de emociones, entre ellas el amor que puede ser la ternura materna o la intimidad erótica, otro parentesco picassiano …

Y el amor rima con el humor, otra faceta sicológica frecuente en los escenarios y protagonistas gráficos, plasmando el circo, agrupaciones fantasiosas, hasta un recinto hospitalario o un músico tocando saxófono. Ramón Oviedo multiplicaba vidas y vivencias, variando dimensión y composición.

Coda

La Galería Nacional de Bellas Artes se enorgullece al presentar la primera retrospectiva de dibujos de Ramón Oviedo, con motivo de su centenario.

Las obras han sido cedidas por el coleccionista Mario Martínez, que con tesón ha reunido exclusivamente piezas gráficas, y Omar Molina -nieto de Oviedo, y su familia-, sin olvidar el aporte de un coleccionista holandés.

Más allá de un préstamo, se trata de una colaboración amistosa. Desde el próximo jueves, disfrutaremos esta visión gráfica del mundo, expresando nuevamente nuestra admiración por el “Maestro”. Nos alegra esta contribución al auge actual del dibujo.

Dejamos la última palabra a Ramón Oviedo: “Generalmente, no existe una buena obra pictórica sin el dibujo clásico (…)”.

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