Recientemente el presidente de la República, Luis Abinader, declaró que, “Cuando ustedes escuchan lo que se invierte aquí, señores son inversiones que por eso los amigos de la oposición dicen: No que se está invirtiendo, poco en inversiones. Que no es así y ya lo presentaremos en esta próxima semana en las inversiones de capital que tenemos en nuestro gobierno. Lo que pasa es, señores, que yo no sé por qué, pero a nosotros nos rinde el dinero, nos rinde el dinero”.
Lo afirmado fue divulgado con bastante amplitud por los medios escritos y televisivos y naturalmente, atrajo la atención de comentaristas, políticos y economistas y no era para menos, la expresión dicha por el primer mandatario resulta inusual, en un país que siempre a los gobiernos les falta recursos financieros para cumplir con los compromisos públicos, ante demanda sociales acumuladas en términos históricos y crecientes en la versión coyuntural y que también, se le cuestiona su eficiencia. La información dejó la impresión en muchos, como que al gobierno le sobraba el dinero, pero la interpretación que asumo es que quiso decir que el dinero le daba para cumplir con las apropiaciones consignadas en el presupuesto de la nación a cada una de las instituciones y para los extras, en pocas palabras, que el gobierno da lo que le toca a los organismos públicos, invierte en obras y algo le queda.
En las palabras que leyó y otras que dijo de manera coloquial a partir del documento que tenía escrito el presidente de la República, no identifiqué ninguna que se refiriera a que el dinero público le sobra, de haberlo dicho el error hubiera sido mayúsculo, no solo en la connotación social, sino, además, porque muchas entidades gubernamentales en los hechos se quedan sin recibir la dotación presupuestaria en su totalidad y que le corresponde, por lo que, se ven impedidas de emprender acciones o completar las ejecutorias que se encuentran en curso.
Solo hay dos formas que pueden respaldar una afirmación como la de que el dinero público le rinde, la primera, tiene que estar asociada a que sea distribuido y gastado conforme a lo establecido y segundo, una vez ocurrido, entonces, se examinan los resultados y de estos lograrse de acuerdo a lo estipulado y sin tener que asumir compromisos de deuda pública adicional, la gestión financiera puede ser tipificada con la aseveración de que el dinero le ha rendido. Este escenario no ha caracterizado a la ejecución del gasto público dominicano, tal y como lo apreciaremos en el siguiente examen.
La actual administración gubernamental ha gastado en los 28 meses y dos semanas que lleva, los que van desde el 17 de agosto de 2020 al 23 de diciembre de 2022 algo más de la suma total de RD$ 2.5 billones, cifra que alcanza los trece dígitos y monto que no tiene igual en la historia de la ejecución presupuestaria dominicana, de manera que, eso quiere decir que el gobierno ha tenido disponibilidad de dinero suficiente, de acuerdo a los ingresos reportados por las oficinas recaudadoras de impuestos y aranceles, que superan lo estimado, para invertir en obras y gasto social, al menos.
Del referido monto gastado por el gobierno central, cuando se trata de obras, ¿ha cumplido con la apropiación presupuestaria prevista para ser invertida?, veamos lo que dice la ejecución del gasto público en su clasificación objetal del año 2021, para ese renglón, reservó recursos por un monto de RD$ 44,878 millones y solo ejecutó RD$ 30,665 millones, equivalente a un 68.3 % del total. Lo propio puede decirse que aconteció en el año 2022, ya que de RD$ 63,785 millones previsto para ser gastado en obras, solo se erogaron RD$ 53,895 millones, equivalente a un 84.5 % del total, señales ambas de incumplimiento y de que el dinero por lo tanto no se destinó como lo contemplado en el monto del presupuesto, una muestra de que al dinero destinado a obras no se le puede decir que rinde, sino, que no se construyeron las obras programadas y otras registran una fuerte dilación en su culminación, al tiempo de que su distribución fue incompleta.
Mientras eso aconteció en los años 2021 y 2022 en el ámbito de las construcciones de obras públicas, resulta que la ejecución presupuestaria continúa registrando déficit financiero, el del año 2021 por un monto de RD$ 142,957 millones y el de 2022, al 23 de diciembre de RD$ 178,271 millones, ambos representativo de que el dinero público que proviene de los ingresos tributarios no es suficiente para sufragar los gastos del gobierno y mucho menos de que el dinero pueda sobrar.
La referida insuficiencia de los ingresos tributarios, junto a la carga fija del gasto público y los de naturaleza no recurrente, obliga de alguna forma al aumento del endeudamiento del , tal y como ha acontecido con el saldo de la deuda del sector público no financiero, que ha crecido al pasar en septiembre de 2020 de US$ 43,091 millones a US$ 52,264 millones a noviembre de 2022, para un incremento equivalente a US$ 9,173 millones.
Como se ha leído, entonces, el gobierno no puede decir que el dinero le rinde en las obras que construye, porque primero, el monto ejecutado ha sido inferior al consignado, segundo, que en la presente gestión es la que más ha gastado en la historia presupuestaria dominicana y, tercero, que el déficit fiscal se mantiene en forma persistente y por esa vía también el saldo de la deuda del sector público no financiero se ha elevado de manera sostenida,.