El eco noticioso de una frontera sin prosperidad

El eco noticioso de una frontera sin prosperidad

Como fuente de titulares de prensa, la fracción territorial dominicana que bordea a Haití se lleva las palmas en montos infames por el tráfico de inmigrantes, despliegues de tropas con el dedo en el gatillo, mercados caóticos y contrabandos de armas, drogas y vehículos, entre otras turbiedades.

En el proscenio de las calamidades vecinas existen también fuertes motivos para desplazarse, dentro de la misma República Dominicana, hacia lugares donde sería relativamente fácil emplearse y se va al encuentro de facilidades para emprender negocios y educar a los hijos. El despoblador éxodo interno.

La zona es de puro comercio primario para el cruce veloz de los bienes y la dinámica más notable del Estado tiene que ver con acciones militares para vigilancia sobre viajes, mercancías, búsqueda de sospechosos y un montón diario de repatriaciones.

Territorio crítico del país donde escasean (si es que existen) los protagonismos auspiciadores de desarrollo económico y humano y de condiciones favorables a inversiones de diversos fines y magnitudes en vez de ser tan noticioso por un muro criollo y un intruso canal haitiano.

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Falta ver por esos lares el surgir de zapatas para el progreso que espante la miseria y la amarga sensación de que más adelante, en el tiempo, los fronterizos seguirían habitando (a excepción de Pedernales) provincias deprimidas como una república aparte, situada entre las desgracias de los haitianos y las áreas del país activadas por los sectores público y privado.

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