Acabo de regresar de Israel donde he completado un viaje estrictamente cristiano desde Galilea hasta Jerusalén, siguiendo las huellas de Jesucristo, cuya incomparable predicación, milagros, pasión, muerte y resurrección han dado forma, contenido e historia a la religión católica, apostólica y romana durante más de dos milenios.
Punto focal de esta peregrinación junto a mi comunidad neocatecumenal –la primera de la Parroquia San Gabriel- y de las Iglesias Jesús Maestro, en la capital, y de La Vega, ha sido nuestra permanencia en La Domus Galilea, o la Casa de Galilea, el Centro Mundial del Camino Neocatecumenal, donde funciona el principal seminario Redemptoris Mater que ha formado a miles de sacerdotes misioneros.
Edificada sobre el bíblico Monte de las Beatitudes, o Bienaventuranzas, desde donde Jesús pronunció su famoso Sermón de la Montaña, piedra angular de la doctrina cristiana, La Domus es la casa donde cristianos, seminaristas y presbíteros entran en contacto con la tradición viva de Israel, siguiendo los pasos de muchos padres de la iglesia quienes regresaron a sus raíces hebreas para comprender el significado de la oración, de las fiestas y liturgias hebreas”.
La Domus es el único lugar cristiano que exhibe un ejemplar original de La Torah, el libro sagrado del judaísmo, y que cumple un proyecto de acercamiento entre judíos y cristianos, cuyas relaciones históricamente han sido hostiles por razones conocidas. Más de 400 rabinos han participado en convivencias anuales presididas por Kiko Arguello y Carmen Hernández, los iniciadores del Camino Neocatecumenal en 1964, y recibe frecuentes peregrinaciones de hebreos atraídos por el neocatecumenado, “un camino de iniciación cristiana para la nueva evangelización”, definición del Santo Padre Juan Pablo II. Los pontífices Pablo VI, Benedicto XVI y Francisco han reconocido al Camino Neocatecumenal que opera 30 comunidades en Galilea.