Parte 2
En el artículo anterior, expusimos ventajas y desventajas en torno a las energías renovables, especialmente la solar. En este, trataremos la adopción de esta energía en el mundo.
A un año de la Conferencia de la Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, vemos cómo algunos países, para cumplir con sus compromisos, iniciaron proyectos de energía renovable. Otros, por su parte, ya habían disminuido la dependencia de combustibles fósiles. Tal es el caso de los países de la Unión Europea, que en el 2007 se plantearon que el 20% de la energía consumida debía provenir de fuentes renovables.
También nos encontramos con China, que funge como principal exportador de paneles solares a nivel mundial, para el 2012 suplía más del 70% del mercado. Gracias a los instrumentos regulatorios para tratar la contaminación, China ha pasado a ser, este año, el principal usuario mundial, con una capacidad cercana a 43,000 megavatios.
Estados Unidos, por su parte, poseía en el 2015 una capacidad solar instalada de 18,317MV. En California se acaba de inaugurar Mojave Solar que produce electricidad para 90,000 hogares.
América Latina, según The Economist, tiene un creciente aumento en energía solar. Aunque aún no juega un papel preponderante en la región, este tipo de energía promete, con metas a mediano y largo plazos en países como Chile, México, Brasil, etc.
Dado lo atractivo, en términos de costos, la energía solar funge como solución ante la falta de acceso a electricidad en zonas rurales y suburbanas. Uno de los mejores ejemplos lo tenemos en África, un continente que, a pesar de su extrema pobreza, tiene la mayor proporción de proyectos. En la actualidad, el sistema energético africano está pasando por una transición sin precedentes. Veamos.
Según la Agencia Internacional de Energía, 2 de cada 3 personas en África Subsahariana no poseen suministro energético. Dada la cantidad de sol a su disposición, los países africanos constituyen un lugar propicio para la generación de energía solar. Estas condiciones favorecieron los proyectos.
Existen plantas en Marruecos, Sudáfrica y Ruanda. En este último, según The Economist, solo una de cada 10 casas tenía acceso a la electricidad, lo que se agrava considerando que es uno de los países con mayor densidad poblacional por kilómetro cuadrado del continente. Desde el 2014, en Ruanda se encuentra la primera planta solar del Este africano. Una industria que hace unos años apenas existía, en la actualidad provee de energía eléctrica a cerca de 600,000 hogares africanos. Esto ha mejorado considerablemente la calidad de vida en esos países.
Cabe resaltar los esfuerzos realizados en Marruecos, un país que tiene 330 días soleados y altos niveles de radiación. A inicios de 2016 se inauguró la que será, finaliza en 2018, la planta solar más grande del mundo, que proveerá energía a un millón de casas marroquíes.
Actualmente, la energía solar compite positivamente en costos con la energía producida por los fósiles. Además de que en países importadores de petróleo, mejoraría, de una manera importante, cualquier déficit que pueda emerger en la balanza de pagos. Si bien existen voces negativas en torno al almacenamiento de la energía solar, emprendedores como Elon Musk (con SolarCity y Tesla) están trabajando en la creación de baterías cada vez más eficientes, la superfactoría de SolarCity estará terminada a mediados del 2018, elevando aún más la competitividad de la energía solar.
Sin duda, las energías renovables, especialmente la solar, han transformado el sistema energético en África, dando mayor acceso a electricidad y reduciendo una de las principales barreras para el desarrollo económico de dicho continente. Si ellos han podido, es evidente que países como el nuestro, con una extraordinaria cantidad de días soleados y con un nivel de eficiencia más amplio que en África, podemos integrarnos con gran eficiencia en la generación de energía solar.
Unámonos todos, desde el presidente Danilo Medina al más humilde dominicano. Y si eso ocurre, no tengo la menor duda que, metafóricamente hablando, podremos alcanzar el sol con nuestros brazos.