A finales de los 80 fue promulgada la vigente Ley 50-88 sobre drogas y sustancias controladas de la RD. El antiguo Departamento Antinarcóticos de la Policía Nacional fue desmantelado por corrupto e ineficaz, para crear, al margen de ella, un organismo especializado denominado Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD), tutelada por la Drug Enforcement Agency (DEA) de los Estados Unidos.
La DNCD, pese a ocasionales controversias, venía y viene cumpliendo con el cometido de perseguir a las poderosas bandas de narcotraficantes ramificadas en el exterior, que intentan plantar su reinado homicida en toda la República.
Pero, luego de más de 20 años de tal profilaxis, a alguien se le ocurrió que la PN no podía imponer el “orden público”, sino contaba con su propia versión de lucha contra las drogas peligrosas, y se formó la Dirección Central Antinarcóticos de la Policía Nacional (DICAN).
No ha pasado mucho tiempo antes de que estallara lo que ya puede definirse como el peor escándalo de corrupción policial de la historia nacional.
El Procurador General, Francisco Domínguez Brito, acaba de someter a la justicia, tras ardua investigación, al Coronel director de la DICAN y a su jefe de Operaciones, junto a dos fiscales y ocho policías, incluido un teniente.
Son acusados de conformar un entramado societario delictuoso, que desapareció más de mil kilos de cocaína incautada durante el allanamiento a la casa de un supuesto narcotraficante, cuya acta fue falseada, de apoderarse de millones de pesos, repartírselos, y vender una parte de la droga.
Atemoriza enterarse que la mafia se apoderó de la DICAN, un cuerpo fundado paralelamente a la DNCD y supuesto a luchar para detener el avance del narcotráfico en nuestro país. Qué desastre.
Conclusión: ¿Qué hacer con la Policía Nacional?