El eterno aprendiz

El eterno aprendiz

Elisa Elena González

La vocación del maestro por enseñar es determinante en el aprendizaje de sus estudiantes, pero más aún en su afán constante de reflexionar sobre su práctica y busqueda voraz de reaprender para y por ellos.

Esta vocación se cultiva a muy temprana edad y casi inconscientemente cuando vienes de un seno familiar donde abundan educadores; en la admiración por algún docente que nos inspiró hasta el punto de dedicar nuestra vida a enseñar; en el más puro e inocente juego infantil de formar aula y hacer “de profe”; o en esa arrolladora energía de los más jóvenes que a partir de sus habilidades e ideales entendieron la educación como una herramienta poderosa de movilización y justicia social.

Importa mucho el porque te conviertes en maestra, pero más importante es lo que haces para ser una docente de excelencia.

Esos esfuerzos por adaptarte a los tiempos y lo nuevo que trae consigo cada generación; estar en constante reflexión y mantenerse flexibles entre lo “que ya sé y lo que debo reaprender”; el demostrar la humildad necesaria cuando desconoces las respuestas; cuando trabajas en equipo con tus pares, con toda la comunidad educativa, para que TODOS puedan alcanzar un buen nivel de aprendizaje respetando sus diferencias, potencializando sus fortalezas y especificidades; cuando cada chico y chica descubre y abraza su talento, o mejor aún, cuando se deciden por buscarlo, desarrollarlo, trabajar con pasión en ello, más allá del aula, más allá de las circunstancias; pero por sobre todo, te conviertes en una mejor maestra cuando esos “casos perdidos” no lo fueron más, gracias a la confianza, al sistema de apoyo y el acompañamiento solidario que creaste para ellos.

Todos sabemos lo necesario que se hace generar liderazgo dentro del aula, promover entre los chicos el trabajo colaborativo y sobretodo estimular la creatividad; pero qué difícil es hacerles reír, propiciar que se diviertan, sorprenderles, captar constantemente su atención, desarrollar su pensamiento critico y autocritico, ese sí que es un verdadero reto y si lo logras que no te sorprenda si entre ellos y ellas está naciendo una nueva maestra.

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