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A lo mejor has pasado por el área de frutas y vegetales de algún supermercado o mercado y te has topado con una fruta un tanto singular: roja, peluda, parecida a un pequeño erizo y con un aspecto poco comestible.
Puede que en ningún momento te hayas planteado llevarla a casa, pero de seguro, con lo que te contaremos a continuación no querrás dejarla fuera de tu lista de compras.
Se trata del rambután, una fruta tropical perteneciente a la familia Sapindaceae, nativa de Malasia y extendida también en Tailandia, Indonesia y Filipinas.
En muchos casos, es confundida con el lichi. Lo cierto es que son parecidas y están muy emparentadas, pues pertenecen a la misma familia. El lichi tiene la cáscara más gruesa y un sabor más dulce, mientras que el rambután es más ácido.
En Centroamérica, el rambután es conocido comúnmente como mamón chino, pero en Ecuador y en México se le conoce popularmente como achotillo o rambustán.
Tiene la piel rojiza (aunque en raras ocasiones la encuentra amarilla o naranja) y está cubierta por espinas suaves. En su interior guarda una semilla cubierta por una pulpa blanca y jugosa, que puede ser ácida o muy dulce.
En la cocina. Esta fruta se consume como nuestro popular limoncillo: solo se disfruta de la pulpa.
Sin embargo, el rambután puede resultar muy versátil en el universo de las artes culinarias. ¡Hay cientos de maneras de disfrutarlo!
Una de ellas es incorporándolo a ensaladas de vegetales o frutas diferentes, también se puede preparar jaleas o mermeladas e incluso se puede combinar con yogures, sopas, batidos y hasta postres. También con él se hacen refrescantes y sabrosos cocteles.
Propiedades. Esta es una fruta rica en hidratos de carbono, lo que hace que su valor calórico sea bastante elevado. En cuanto a los nutrientes, se puede destacar su contenido de vitamina C y en menor proporción, la vitamina B.
