Panamá ha estado presente en el cine de muchas maneras: Rubén Blades, el gran compositor, ha actuado en varias películas; la vida del legendario boxeador «Mano de Piedra» Durán fue llevada al cine y contó con la participación incluso de Robert de Niro. Y hace poco incluso fue el escenario de la taquillera «Suicide Squad».
Pero el cine hecho en Panamá no había tenido mucho espacio en cartelera. Hasta este año. Hasta la aparición de «Plaza Catedral», del director panameño Abner Benaim, que resultó preseleccionada como una de las 15 aspirantes al premio a Mejor Película Internacional en la próxima entrega de los premios Oscar.
Es la primera vez que una película panameña llega hasta esta fase y tal vez sea porque la historia protagonizada por la actriz mexicana Ilse Salas y el colombiano Manolo Cardona ha logrado conmover a muchos espectadores, incluso aquellos que tienen un voto en la Academia de Hollywood.
Sin embargo, a pesar de las buenas noticias, una tragedia -casi como si la ficción se volviese realidad- se puso en el camino de la producción: en junio de 2021 y antes del estreno de la película, Fernando Xavier de Casta, el joven actor que interpreta a Chief en la película, murió en un tiroteo en Ciudad de Panamá.
Le puede interesar: Jason Momoa y Lisa Bonet se separan
Tenía 14 años. Y antes había recibido el premio a Mejor actor en el Festival de Cine de Guadalajara.
La película comienza, y luego tiene varias escenas, en los edificios altos que dominan el paisaje de Ciudad de Panamá, ¿hay una intención crítica en esto, a los megadesarrollos y los negocios inmobiliarios en el país?
Tiene varias interpretaciones desde lo que yo tenía en mente, que era dibujar un escenario que haga sentir a Ciudad de Panamá como parte de la película, no como un personaje pero como un escenario, que se entienda la geografía del lugar.
Porque personalmente creo que Ciudad Panamá dice mucho en su imagen, pues tienes todos esos rascacielos, que son un símbolo de progreso, de civilización, llámalo como quieras, pero, a diferencia de otros lugares, aquí todo está muy pegado, entonces al mismo tiempo ves los barrios pobres.
Y a las personas que van a Ciudad de Panamá les impresiona eso: los edificios altos que están al lado de los barrios más necesitados. Y sí, pasa en todas las ciudades, pero acá es más notable porque están uno al lado del otro.
Pero no hay necesariamente una crítica. Solo posibles interpretaciones. Recuerdo una historia que leí hace algunos años en la que básicamente se hablaba de que entre más alto estás, más feliz eres. Pero también, más lejos de la realidad. Más desconectado de lo que pasa allá abajo.
Pero su personaje principal vive a ras del suelo, en un sitio emblemático de la ciudad que, de hecho, le da el nombre a la película: Plaza Catedral. ¿Por qué la puso a vivir allí, si perfectamente podría vivir en uno de esos rascacielos?
Es una razón estratégica. Es un lugar que ha tenido muchos cambios, especialmente en los últimos 20 años. Allí se da una interacción entre gente muy rica y otra de barrios populares que era necesaria para que funcionara la película. Esa es la interacción entre los dos personajes principales que se da, además, en uno de los lugares más conocidos de la ciudad.
Siempre vi películas donde elementos famosos de las ciudades estaban retratados. El puente de Brooklyn si es Nueva York, la entrada del museo de Louvre cuando hablamos de París… y entonces me pareció preciso poner un escenario en este lugar, porque no se han hecho muchas películas en Panamá sobre Panamá y era un tema virgen.
Pero hay otra razón, es que durante muchos años yo viví allí. Me pasé varias horas en un balcón, mirando a las personas que cuidaban los carros en esta zona. Hablé con varios de ellos.
¿Y de ahí surge esta historia?
No podría decirlo así, pero sí recuerdo que un amigo me contó una historia que una vez llegó a su casa un chico sangrando, un chico del barrio, y él lo montó en el carro y lo llevó al hospital.
Después poco a poco le fui metiendo vivencias personales a esa historia, aunque no es una película autobiográfica. No es una historia que me pasó a mí, pero sí contiene muchas cosas que hice o que me pasaron.
Donde también pongo muchos sentimientos. Las sensaciones que me han producido las decenas de relatos que he escuchado como documentalista. También durante muchos años acompañé a mi mamá, que es psicoanalista, a trabajos de campo, donde también escuché muchas historias que me sirvieron para hacer esta película.
Por eso no se trata de un momento, viene de muchos momentos.
Igual creo que esta es una película, como hacemos en el cine, mucho más de contar lo que pasaría si hiciéramos otra cosa a lo que normalmente haríamos.
No sé si las personas dejarían entrar a alguien a su casa que está herido de bala. Entonces juego un poco con lo que en inglés se dice ‘what if?’, ¿qué pasaría si…? Eso es también esta película.
Hablando de eso, «Plaza Catedral« trata sobre la pérdida quizá, ¿pero también sobre las enormes diferencias que hay entre las clases sociales en Panamá?
No creo que tenga que ver con las diferencias, eso es más un contexto que tiene la película.
Para mí es más una película sobre abrirse al otro. Sobre la solidaridad. Sobre esa idea de que hay personas que pueden hacer una gran diferencia en tu vida y no sabes exactamente quién puede ser.
A mí me interesa mucho explorar ese abrirse a un desconocido. Cómo se va formando esa relación entre dos personas que hace un par de días no se conocían. Eso es lo que exploro en la película, la relación entre ambos.
Y me interesa porque no es algo que ocurra a menudo. Por lo general, la gente se cierra a los extraños, se mantienen aislados. Y lo hacen en todos los sentidos, no solo físicamente.
Entonces quiero tocar ese tema de la apertura y la solidaridad.
Es la primera vez que una película panameña es preseleccionada para competir en unos premios Oscar, lo que ya es un hito. ¿Por qué cree que ocurrió con esta película?
Yo esto lo veo como un proceso. Comenzamos hace más de 15 años a hacer cine, cuando era poco o nada lo que se hacía cine en Panamá.
Hicimos «Chance», a la que le fue muy bien en cartelera. Hicimos documentales, que fueron premiados y fueron a muchos festivales.
Entonces decidimos volver a hacer ficción. Y decidimos hacer drama. Y creo que pusimos todo nuestro aprendizaje de estos años. Es la sumatoria de cosas que te llevan a la siguiente plataforma. Te digo esto porque es la única explicación que encuentro a que hayamos llegado hasta este lugar.
Y otra cosa de la que estoy convencido es de que esto es el resultado de cómo la gente ha respondido a la película. Es el único modo. Lo señalo porque nosotros no tenemos un aparato o una capacidad de inversión tan grande para promover la película en múltiples mercados, así que ha sido la respuesta de la gente lo que la ha puesto ahí.
Las reacciones del público han sido de una conexión emocional con la historia que estamos contando. Y eso me ha pasado en México, en Panamá, en los distintos lugares en los que hemos presentado «Plaza Catedral». Y creo que pasó lo mismo con las personas que hacen la selección en la Academia.
¿No fue muy arriesgado traer a una mexicana y a un colombiano para una película panameña?¿No le han criticado por eso?
Yo lo había escrito así. El personaje principal tenía que ser extranjero por varias razones. Una es que ella necesitaba estar aislada y era muy difícil si la protagonista tenía madre, hermanas, sobrinos viviendo en Panamá.
Ella está viviendo procesos emocionales muy profundos y quería que los viviera sola durante la película, no que estuviera rodeada de su familia.
Y hay otra cosa, es que en Panamá hay muchas familias así, o uno de los esposos es extranjero o ambos, así que no creo que se vea tan extraño en nuestro contexto.
Y está luego el casting de Fernando Xavier de Casta, ¿cómo llega este joven a estar casi a la misma altura de una actriz tan experimentada como Ilse Salas?
Bueno, un joven como Fernando no te lo ibas a encontrar en los lugares de casting habituales. Así que hicimos una convocatoria en el barrio donde íbamos a filmar y ahí lo encontramos. Aunque fue algo inmediato que sentimos con él, también nos dimos un tiempo para saber si era o no el adecuado para el personaje.
Y creo que funcionó. Aunque no tenía experiencia en actuar, si había hecho danza contemporánea, así que sabía ser artista. Y eso se notó.
Creo que una de las razones por las que funcionó es porque en sus escenas no había guion, sino que le decíamos qué era lo que se suponía que tenía que hacer o decir. Por ejemplo, en la escena en que el personaje de Ilse le revela gran parte de su vida, él no sabía lo que iba a escuchar. Así que cuando ella en la primera toma comienza a revelar detalles tan dolorosos y profundos, él realmente está conmovido y sorprendido, porque era la primera vez que escuchaba algo así en la película. Aunque hicimos otras tomas, nos quedamos con esa primera.
Y así pasó durante la mayor parte de la película: una reacción natural a todo. Es una lástima que ya no esté con nosotros.
¿Cómo ocurrió eso?
Fernando murió hace seis meses. Lo mataron en Ciudad de Panamá. Fue un golpe muy duro. Sé de otros directores como el colombiano Víctor Gaviria a quienes se le murieron actores después de filmar con ellos. Pero nunca me había pasado a mí y ha sido muy difícil.
Me gustaría que él estuviera acá conmigo, en la promoción de la película, hablando de su experiencia.
Durante la presentación de la película estuvo su familia, sus abuelos. Un momento muy emotivo.
Has dicho que filmar esta película fue como una aventura para ti, ¿qué conclusiones sacas después de todo lo que ha pasado?
Que los proyectos cinematográficos son el resultado de un proceso y que esos procesos pueden ser muy largos. Pero soy muy optimista sobre todo por lo que la gente ha encontrado en la película. Creo que se ha dado un diálogo con muchas personas del público que se han sentido identificadas o conmovidas por lo que han visto y eso para mí ha sido muy satisfactorio.