PARÍS. «Luc Besson se ha apropiado de nuestros personajes», comenta satisfecho el dibujante de Valérian, Jean-Claude Mézières, feliz de que el cineasta se haya mantenido «fiel» al espíritu del cómic, creado hace 50 años con Pierre Christin, elogiando no obstante su «gran libertad de interpretación».
«Valérian», la película más cara jamás rodada en Francia, fue antes que nada una gran serie de cómics de cuyos 23 números, traducidos a una veintena de idiomas, se han vendido más de 5 millones de ejemplares en todo el mundo.
El filme, llamado «Valérian y la Ciudad de los mil planetas» está inspirada, al contrario de lo que pudiera sugerir el título (¡pues existe un cómic llamado «El imperio de los mil planetas»!), en el cómic «El embajador de las sombras» (el séptimo de la colección).
«‘El embajador de las sombras’ es uno de los cómic germen de Valérian», explica a la AFP Pierre Christin, guionista de la colección de cómics de ciencia ficción francesa más famosa, junto a su cómplice Jean-Claude Mézières en su taller parisino.
«Es lógico y acertado que Luc Besson haya elegido precisamente este cómic para hacer su primera película, aunque haya comprado los derechos de los otros títulos», considera el guionista, que a finales de julio celebrará su 79º cumpleaños. Si el filme resulta en éxito, Luc Besson se plantea realizar uno o dos trabajos más basados en «Valérian».
La serie «Valérian» se caracteriza por su enfoque humanista, bastante inusual en el campo de la ciencia ficción. En la serie, los «Aliens» no constituyen una amenaza para la humanidad, si no todo lo contrario. Según Mézières y Christin, la película respeta «los valores humanistas y antirracistas» del cómic, aunque «sea espectacular, con mucha pirotecnia y estruendo».
Christin y Mézières forman parte de los pocos espectadores que han visto el filme antes de que llegue a las salas.
«Me temía un poco que pudiera parecerse a una película de ciencia ficción estadounidense, con el combate entre el Bien y el Mal que termina, como siempre, con la victoria del Bien. ¡Y, mira, no!», comenta complacido Pierre Christin, que ha trabajado con dibujantes como Enki Bilal, Annie Goetzinger o Jacques Tardi.