Comunidad internacional tiene que resolver sin nueva Minustah
Haití ha sido ignorado, abusado y saqueado desde hace tiempo. Mientras sus élites se han empeñado en sacar ventajas del muy empobrecido país, tampoco ha tenido un liderazgo político que haya sido capaz de llevarlo a buen puerto.
A eso suma una comunidad internacional que mira hacia otro lado, como si no tuviera nada que ver, y asume que el vecino es el único que está obligado a buscar el agua para apagar esas barbas y así evitar que se quemen las propias.
Todo lo que pasa en Haití, de alguna manera, se refleja en la República Dominicana y, por ello, muchos asumen que solo es problema nuestro. Pero, ¿han olvidado que también somos un país con problemas y que no tenemos la capacidad de tirarnos ese muerto tan pesado encima?
El futuro de Haití es demasiado incierto y complejo porque ha estado viviendo alejado de la institucionalidad desde hace rato.
Con el parlamento disuelto, sin un presidente en la Corte Suprema (murió de covid, con un primer ministro que no llegó a juramentarse y, aunque destituido, con el exprimer ministro Claude Joseph asumiendo el Gobierno de forma interina y declarando el estado de sitio.
El presidente Luis Abinader hizo en el primer momento lo que correspondía: cerrar y reforzar la frontera. Todos pensábamos, a pesar de que parecería que no será así, que habría revueltas y que el orden se iría nueva vez a pique.
Hoy el Consejo de Seguridad de la ONU se reunirá para abordar la situación de Haití, algo que nos obliga a recordar los abusos que cometieron sus fuerzas de seguridad mientras velaban por la paz. ¡Ojalá no vuelva una Minustah!
La única opción para salir de este entuerto es llamar a elecciones y confiar en la institucionalidad