El futuro político inmediato del presidente Danilo Medina descansa en las manos del expresidente Leonel Fernández, y en menor medida de la oposición. Fernández posee los legisladores que el mandatario necesita para impulsar la reforma constitucional, con la cual, no solo quedaría despejado el camino hacia las primarias abiertas del PLD, enfrentándolo a los dos, sino que eliminaría el impedimento de jamás postularse al mismo cargo.
Creo que Medina no puede darse el lujo de terminar el actual mandato presidencial sin eliminar esa incomoda prohibición legal, porque a partir del 16 de agosto del 2020, cuando eventualmente traspasaría el cargo, tanto su vigencia política como la aspiración a retornar, sencillamente, desaparecerían. Por ende, para su futuro inmediato y mediato la reforma constitucional debe hacerse ahora, pues confiarla al Congreso que saldrá de los próximos comicios es una quimera, debido a la incertidumbre.
Se trata, pues, de una enconada lucha por el poder entre Fernández, empinado sobre sus éxitos recientes, y el presidente Medina, quien a pesar de su mutismo respecto al tema reeleccionista, permanece favorito en encuestas importantes como Gallup-Hoy y con sus huestes movilizadas a nivel nacional. Obviamente, aspirar a modificar la Constitución como ella misma ordena, no es una travesía inconstitucional. Es indispensable tener la mayoría congresual que descansa ahora en las manos de Fernández y de la oposición y, al parecer, ni el uno ni la otra, darán su brazo a torcer para facilitar la continuidad de Medina.
¿Cómo se resolverá el dilema? ¿Procederá el Comité Político como en el pasado, ordenándole a su bloque legislativo apoyar la reforma constitucional? ¿O se negocia levantar el impedimento ahora, pero que rija para el porvenir?