El gozoso sentir de Minerva del Risco Lírica consentida de vivencias entrañables

El gozoso sentir de Minerva del Risco Lírica consentida de vivencias entrañables

Minerva del Risco vino al mundo en San Juan de Puerto Rico en el 1961, cuando sus padres estaban exiliados en esa isla caribeña. Ella procede de una familia de intelectuales (hija del narrador y poeta René del Risco Bermúdez, y biznieta del poeta petromacorisano Federico Bermúdez).

Algún hecho singular influyó en esta agraciada mujer para que sintiera con inusitado estremecimiento el encanto de lo viviente, y testimoniara, mediante el arte de la creación verbal, lo que fecunda su sensibilidad, capta su intuición y atiza su conciencia la luz de las manifestaciones sensoriales de las cosas. Cultora de la poesía y la ficción, ha publicado narraciones y poemas, y, desde luego, siente una especial predilección por el cultivo de la palabra, consciente de que, como instrumento de la creación verbal, es el instrumento para canalizar lo que siente, intuye, imagina y piensa, porque con tan valioso caudal de sensaciones entrañables y tan fecunda imaginación cuya inspiración canaliza en poesía y ficción, su valoración musical de la palabra y su exaltación de lo viviente, revela la finura de su sensibilidad, la potencia de su interioridad y el vigor de su intelecto, fruto de una disciplina intelectual y estética, como se puede inferir de sus expresiones literarias.

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Minerva del Risco es una escritora dominada por una profunda sensibilidad, que se distingue entre las escritoras dominicanas. Ese dato peculiar de su personalidad se refleja en su escritura, pues sus palabras constituyen un brote de lo que siente y piensa, y su percepción de lo viviente viene troquelado por la impronta emocional de su yo profundo, y lo que hace y piensa, lo que siente y crea, fluye sensorial y espiritualmente del aliento interior de su sensibilidad profunda, con un singular regocijo ante lo viviente, con un fluir sonoro y elocuente de cuanto toca, de tal manera que se puede afirmar que Minerva del Risco es la poeta de la emoción, la poeta de la sensibilidad, la poeta de la interioridad con el eco del yo que la distingue. Lo que estoy diciendo de Minerva del Risco se manifiesta en lo que escribe, tanto si se trata de una escritura reflexiva, como si revela un brote de su imaginación en el arte de la narrativa o un eco de su intuición en el arte de la poesía.

Lo que Minerva del Risco escribe al contemplar la lluvia, que visualiza como un loto, símbolo de una visión interior y trascendente, refleja su talento creador, conforme revela el poema “Tu nombre en el agua”, en el que intensifica la expresión sensorial y profundiza en la emoción de su aliento inspirador, al tiempo que fluye, rediviva y elocuente, la vertiente entrañable de su sensibilidad y su conciencia, según revelan estos versos:

“El agua dibuja diminutos nenúfares, rota en su simpleza verde, memoria del loto que trasciende a la flor, al poema, a la carne que se abre húmeda en tus pequeños dedos. En esta noche oscura, negra, donde no hay más luz que este silencio”.

Tres apelaciones mueven la sensibilidad estética de Minerva del Risco:

  1. El dolorido sentir, que Garcilaso de la Vega consignaba como el motor inspirador de la emoción estética.
  2. El compasivo sentir, que san Francisco de Asís ponderaba como el testimonio condoliente de quien se compadece de los sufrientes.
  3. El gozoso sentir, que pondero como el aliento expresivo de quien disfruta la emoción estética y la fruición espiritual.

La energía interior de la conciencia

La sensorialidad de lo viviente, fuente de la emoción estética, y la energía interior de la conciencia, canal de la fruición espiritual, inspiran la creación poética de Minerva del Risco, aliento y consentimiento de su lírica entrañable. De ahí que cuanto ella siente, imagina y crea, refleja esa singular dotación de su sensibilidad estética, fuente y cauce de una energía emocional -clave de su creación poética- pues se trata de una poderosa y elocuente expresividad que atiza su inspiración, alienta su entusiasmo y estimula su creación, que se siente fecunda y luminosa en su lírica entrañable, aliento para la inspirada poeta de la emoción estética.

En efecto, Minerva del Risco posee una fecunda y luminosa potencia en su sensibilidad empática y una clara determinación en su conciencia sutil, cuya hondura expresiva determina su inspiración en una lírica entrañable de la que brotan, de sus destellos luminosos, virutas consentidas de su corazón. En efecto, esta grandiosa poeta es la creadora de un lirismo entrañable y puro, elocuente y fervoroso, fecundo y revelador de cuanto determina el curso de las emociones que encienden, con la onda radiante de la expresividad, el cauce creador de sus expresiones estéticas y el arte inspirador de su creación poética, como se puede apreciar en su lírica entrañable. El texto titulado “Sorteo” es un fresco revelador de la fecunda sensibilidad poética de Minerva del Risco, como se manifiesta en su limpia expresión lírica, estética, metafórica y simbólica:

“Estoy aquí, jugándome la vida junto a ti. No importa si te llamas cascabel y yo sigilo; no importa si la oscuridad de la noche se escurre por debajo de la puerta y estrellas saltarinas irrumpen en mi cama; no importa si caminas a mi lado buscando con insistencia la Osa Mayor, o si brincamos un trúcamelo de cuadro en cuadro tirando piedrecitas al universo. No importa lo que digas o preguntes. Estoy aquí, retándole al adiós todas mis culpas” (2).

Percibir, formalizar y expresar el esplendor de lo viviente tiene tres implicaciones líricas, estéticas y espirituales:

  1. Sentir el impacto sensorial de lo viviente en el fuero entrañable de la sensibilidad.
  2. Captar los fluidos de las manifestaciones naturales y los efluvios de los fenómenos sobrenaturales.
  3. Tener un corazón sensible para captar las sensaciones naturales y las irradiaciones suprasensibles de fenómenos y cosas.

La energía sutil de los fenómenos suprasensibles

A la luz del arte de la creación, todo poeta ostenta varios atributos estéticos, conceptuales, imaginativos, afectivos y espirituales que perfilan su obra. En el caso de Minerva del Risco, una creadora altamente sensible, podemos apreciar en ella a una poeta de la sensibilidad. ¿Qué implica ser poeta de la sensibilidad? Que canta desde sus percepciones sensoriales conforme manifiestan los fluidos de las cosas. Y expresa la emoción que concita su sensibilidad al ponerse en contacto con el fluir de lo viviente y manifiesta lo que activan las fibras de su ser profundo cuando evoca hechos, recuerda pasajes de su infancia con testimonios de su propia vida o de sus antepasados, como se manifiesta en el poema titulado “Estirpe escondida”, en el que evoca a su bisabuelo Justino del Risco, y canta lo que siente al recordar la estirpe de su sangre en la persona de sus antepasados, y expresa emocionada lo que concita su sensibilidad a la luz de ese recuerdo:

“Te busco. Rastreo tu voz en el trapiche, en el azúcar y en el ron; te husmeo en la cachipa del fuego mientras una dulce y triste viruta vuela y se posa en el borde de mi copa. Te busco en el campo ennegrecido y ardiente; en el cañaveral tapizado de cáscaras inútiles, en el olor a miel, en la melaza tiznada, en la sal del mar que llega al puerto. Quiero saber si fuiste o si no fuiste, si eres ficción o si eres delirio; si quedaste entre aquellas palabras sueltas y perdidas o si existes en estos recuerdos desvaídos y apagados de otros y que yo hago ahora míos”.

Tres sentidos confluyen en la creación poética de Minerva del Risco: El sentido estético, el sentido intelectual y el sentido espiritual.

El sentido estético, inspirado en la manifestación de lo viviente, es la base de la inspiración creadora de Minerva del Risco. La emoción de sentir el encanto de lo viviente atiza la sensibilidad estética de Minerva del Risco; y la satisfacción de canalizar, en emotivos versos impregnados de fascinación y dulzura, vibra en la interioridad de nuestra poeta, aliento de su talento.

Sentir el esplendor de lo viviente, con la frescura y la luminosidad como lo siente Minerva del Risco, es el comienzo de la sabiduría, razón por la cual la vivencia de la belleza, que estremece la sensibilidad y alienta la creatividad, no solo inspira el sentido del mundo y el fulgor de lo viviente, sino que también culmina en la valoración de lo divino, como se siente en los encendidos versos de Minerva del Risco.

El sentimiento de la belleza, que funda la valoración de lo viviente, el sentimiento del amor y el aura de la sabiduría, constituyen el aliento de la creación poética de esta grandiosa poeta dominicana que ha hecho del fulgor de lo sensorial el principio de su creación y la fuente de su visión estética, afectiva y espiritual del mundo, una manera de sentir la esencia de lo divino, según revelan estos singulares versos:

“Soy estas palabras que devoran silencios. De los límites de mis dedos, marchan la voz y el verbo para llegar a ti a través del trayecto sigiloso y secreto del recuerdo, donde el miedo no te alcanza. Te busco en estas manos que dibujan gaviotas donde transita el eco mordaz del viento”.

Con su talento creador, nuestra admirada poeta reproduce en las palabras y las expresiones de su obra el contenido sensorial y el aliento interior que proyectan fenómenos y cosas, y que la sensibilidad y la conciencia perciben e intuyen con el potencial sensitivo y creador, como lo siente Minerva del Risco cuya creación parece reproducir, como un vivo retrato de lo viviente, lo que su poder sensorial atrapa y su conciencia interpreta en una especie de reproducción icónica y simbólica de la realidad viviente.

En este poemario de Minerva del Rico fluye el sentido espiritual del aliento consentido con su efecto inspirador. Exaltar el fulgor de lo viviente, como lo hace nuestra agraciada poeta, es ponderar la hermosa obra de la Creación, ya que el esplendor del mundo es una emanación de lo divino en tanto signo, eco y llama de la trascendencia, pues como expresara el antiguo pensador presocrático, Heráclito de Éfeso, todo viene del Todo y todo vuelve al Todo, fuente de cuanto existe, y veta, como el Logos de la conciencia, del Poder Superior de lo Viviente, al que se rinde, emocionada y consentida, la sensibilidad estética, afectiva y espiritual de Minerva del Risco, como lo revelan estos versos de su talento creador:

“En esta noche de lluvias y boleros oigo violines cantar sobre aquel lago, sobre aquel sorbo con que nos tragó la vida, sobre aquellas melodías ajenas, sobre el asfalto que conservó mis huellas, y las tuyas” (6).

Minerva del Risco tiene el don de sentir y expresar el encanto sutil de lo viviente con sentido estético y espiritual. Ese talento entraña vivir la llama sensorial de lo viviente, que suele concitar, en quien tiene una sensibilidad empática y una conciencia sutil, un estremecimiento de fulgores. Sentir la llama sensorial de lo viviente implica vibrar con los datos sensoriales de las cosas en su expresión sensible al percibir su valor tangible y elocuente desde el fulgor de la sensorialidad. Y experimentar un estremecimiento de fulgores entraña ser parte de una vivencia profunda de los sentidos corporales y los sentidos interiores cuando los datos sensoriales y suprasensibles tocan el hondón de la sensibilidad y hacen sentir en el espíritu el alma de las cosas, que es lo mismo que decir, el fulgor inconsútil de los fenómenos suprasensibles en su apelación profunda concitando una vibración interior de la conciencia con el eco sonoro y elocuente de la llama incandescente, subyugadora y vibrante en su enjundia vivencial, honda y consentida.

(Fragmento de la exposición leída el 22 de junio de 2024, Encuentro del Ateneo Insular, Centro de Espiritualidad San Juan de la Cruz, El Caimito de la Penda, La Vega).

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