Congratula recibir la noticia, dada a conocer por el ministro de Hacienda, Jochi Vicente, de que el riesgo-país de la República Dominicana alcanzó el pasado miércoles un mínimo histórico de 242 puntos, manteniéndose por debajo al riesgo promedio de América Latina, que es de 384 puntos.
Sin duda alguna en esta reducción del riesgo-país han incidido positivamente las mejoras en la calificación de riesgo hechas por las principales firmas calificadoras.
Se recuerda que en diciembre de 2022 Standard and Poor’s mejoró la perspectiva de la República Dominicana, subiéndola de Ba3 estable a Ba3 positiva.
Más recientemente, en agosto de este año, Moody’s mejoró la perspectiva de la República Dominicana, subiéndola de Ba3 estable a Ba3 positiva, y hace unos días, a finales de noviembre, Fitch Ratings elevó la perspectiva del país desde BB- estable a BB- positiva.
Estas mejoras en la calificación de riesgo revelan que la confianza de los inversionistas sobre la economía dominicana ha venido aumentado. Detrás de esto hay un trabajo que debe continuar para lograr la meta del Gobierno, que según ha afirmado Jochi Vicente es alcanzar el grado de inversión.
Los avances en la diversificación de la economía y en la institucionalidad son notorios. Pero falta mucho por hacer en las reformas sectoriales, sobre todo del mercado laboral y en el mercado eléctrico.
Y algo imprescindible, es perentoria la reforma fiscal que asegure mejor la calidad del gasto público y un manejo más responsable del mismo, así como un nivel de ingresos que permita al Gobierno manejarse sin los niveles de precariedad y rigidez actuales.
Es un precio que hay que pagar para alcanzar el grado de inversión, para lo cual no hay boletos gratis.