El gran deterioro ético en la política norteamericana

El gran deterioro ético en la política norteamericana

Bernardo Vega

El reciente traspaso de mando presidencial en Washington evidenció un gran deterioro en los aspectos éticos vinculados al proceso político norteamericano.

El presidente entrante Donald Trump decidió atacar abiertamente a su antecesor durante su discurso de toma de posesión, algo fuera de lo común en ese país. Lució con mayor bravuconería y más vengativo que antes. La reacción del presidente saliente Biden fue perdonar a todo el resto de su familia como forma de protegerla contra la ira de Trump y tal vez como paso previo a su exilio fuera de Estados Unidos.

Ese discurso de Trump criticando a Biden nos recuerda algunos discursos de toma de posesión de Joaquín Balaguer cuando criticó a la oposición y, sobre todo, a José Francisco Peña Gómez.

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Durante el siglo XIX y parte del XX los millonarios norteamericanos estaban concentrados en los ferrocarriles y en la banca, pero también eran dueños de periódicos como los de W. R. Hearst que utilizaban para fines políticos, como el célebre caso de su periódico de California que fue responsable de la guerra de Estados Unidos contra España y que provocó el hundimiento de la flota española frente a Santiago de Cuba. Hasta muy recientemente la opinión pública norteamericana era sobre todo influenciada por lo que leía en los periódicos, o escuchaba en la radio y la televisión. Hoy día, sin embargo, la opinión pública de ese país es mayormente influenciada por lo que aparece en las redes sociales donde, a diferencia de la prensa escrita, las opiniones no la expresan periodistas profesionales, independientes y objetivos, sino que provienen de los que envían mensajes a esas redes, ciudadanos comunes y muy subjetivos y prejuiciados en sus opiniones. Además, lo más lamentable es que el grueso de esos canales de redes sociales es hoy controlado por los grandes nuevos millonarios como Bezos, Musk, Cook y otros, quienes en meses recientes se han alineado con Trump, tanto así que contaron con asientos más privilegiados en el acto de toma de posesión de Trump que los propios nuevos miembros del gabinete del gobierno entrante. Consecuentemente, la opinión pública norteamericana se verá muy influenciada por los algoritmos y prioridades que los multimillonarios coloquen en sus redes. No hay de dudar que Trump influya para que el nuevo dueño de TikTok lo sea uno de esos millonarios afines a él para así influir sobre la juventud. La libertad de expresión corre graves riesgos en ese país.

Nos impactó mucho que el acto de toma de posesión de Trump tuviera lugar en la misma rotonda del Capitolio en Washington que fue invadida por sus seguidores el 6 de enero de 2021 buscando impedir la confirmación del gobierno de Biden y fue precisamente desde allí Trump anunció que soltaría a los que en esa misma rotonda atacaron a policías y a quienes ahora Trump describe como “rehenes”, para tratar de equipararlos con los rehenes judíos de Gaza quienes sí son verdaderos héroes.

Durante su primer gobierno Trump perdonó al padre de Kushner, suegro de una de sus hijas y quien había sido condenado por actos comerciales ilícitos. Ahora, en su segundo gobierno, lo va a nombrar embajador en el lugar más apetecido: París.

Trump sigue el patrón de Goebbels y otros demagogos de repetir constantemente una misma mentira con el propósito de que la gente la perciba eventualmente como una realidad. Devino también mesiánico, al decir que Dios lo había salvado en el atentado contra su vida en Pensilvania, aunque poco después declaró que los inspectores de migración podrán capturar a inmigrantes indocumentados dentro de las iglesias los domingos, cuando eso fue prohibido en la década de los años cincuenta por presión de la Iglesia Católica de Nueva York.

Tanto Trump como su esposa europea, coincidiendo con su juramentación, emitieron para venderlas criptomonedas “memes”, con sus imágenes y así hacerse mucho más millonarios. Imaginémonos qué pasaría en nuestro país si el presidente de la República y su esposa hiciesen lo mismo.

Demagogia, censura, propaganda, corrupción, nepotismo, clientelismo y consolidación del poder. Todo muy bananero.

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