El Presidente Barack Obama ha colocado en jaque al régimen autoritario del Presidente Nicolás Maduro, al emitir una Orden Ejecutiva de la Casa Blanca que declara a Estados Unidos en “emergencia nacional”, debido a la situación de los derechos humanos y la corrupción imperantes en Venezuela, que representa –afirma- una “amenaza inusual y extraordinaria” a la seguridad y la política exterior estadounidenses.

Al recurrir a la “emergencia nacional”, Obama realiza un desafiante lance político semejante al de un avezado ajedrecista, quien, mediante el movimiento de una pieza, amenaza directamente al rey del otro jugador, con obligación de avisarlo.

La “emergencia nacional” es un recurso constitucional que permite al Ejecutivo norteamericano superar, en determinadas circunstancias, las sanciones aprobadas por el Congreso, que en este caso afectan a altos cargos del gobierno de Maduro, un régimen represivo, negador de las libertades, que mantiene encarcelados al líder opositor Leopoldo López, a dos reconocidos alcaldes y mÁs de un centenar de presos políticos, en medio de la indiferencia cómplice de la mayoría de los gobiernos latinoamericanos hacia la crisis venezolana.

Lo que ocurre hoy en la patria de Bolívar es una tragedia comparable a la dictadura de Marcos Pérez Jiménez (1952-1958), caracterizada por la brutal represión policial, el auge del petróleo y la corrupción. Sus acciones estuvieron orientadas a neutralizar las fuerzas opositoras, sin darles tiempo a reaccionar, represión que se mantuvo durante los diez años que siguieron al golpe militar de 1948, y fue, como hoy, la fórmula para la conservación del poder,

El jaque de Obama es un ataque que perturba a Maduro, quien ha reaccionado nervioso y envalentonado, exigiendo más poder al Congreso para intentar consolidar su autoritarismo, pues parece empieza a tocar fondo. Porque el jaque de Obama puede terminar en mate.