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De por sí toda obra de arte busca la identidad consigo misma, esa identidad que, en la realidad empírica, al ser el producto violento de una identificación impuesta por el sujeto, no se llega a conseguir. La identidad estética viene en auxilio de lo no idéntico, de lo oprimido en la realidad por nuestra presión identificadora.
Frases de Theodor Adorno
No eres Todo. No eres yo. Porque aún poseo un cuerpo que me delimita. Porque tengo una identidad, y porque aún recuerdo mi nombre. Y sé que tú desearías poder acordarte del tuyo.
Frases de Laura Gallego García
Seguimos con el tema de identidad. Espero que mi fiel lector que una vez me pidió que no siguiera escribiendo sobre la soberanía, no se agote ni se angustie por esta serie que apenas inicio.
Una de las ideas más difundidas es que la identidad está indiscutiblemente asociada a la nación, pues según las concepciones de finales del siglo XIX y del siglo XX. La primera desarrollaba el sentido de pertenencia. Así pues, nacionalidad e identidad estaban unidas, de manera irreversible. La realidad en el siglo XXI es otra.
La identidad, así pues, no se reduce, no puede reducirse, a la identidad nacional, aunque tradicionalmente se ha asumido así. Era la forma más expedita de crear conciencia de nacionalidad como pertenencia más allá de los límites fronterizos impuestos por las negociaciones de grupos de intereses.
Lo cierto es que la identidad es un proceso de construcción de las personas que integran una comunidad, no necesariamente la ciudadanía. Un ejemplo claro es que existen cientos, miles de dominicanos que son ciudadanos norteamericanos, pero su identidad está más asociada a la dominicanidad, vibran con la música, la gastronomía y les encanta hablar alto y hacerse sentir. Esto significa que la nacionalidad es un concepto jurídico, mientras que la identidad es un elemento netamente cultural.
En los últimos años se ha hablado sobre la identidad como un concepto que es colectivo, pero también individual. Cada uno de nosotros es un ente individual que tiene sus propias características que lo hacen diferente y único frente a los demás. Pero, además, pertenecemos a una comunidad que puede ser regional, nacional y transnacional. Yo soy una mujer dominicana, de ascendencia china, que es santiaguera (mi primera identidad colectiva), cibaeña (mi segunda identidad colectiva), dominicana (mi tercera identidad colectiva), caribeña (mi primera identidad transnacional) y latinoamericana (mi segunda identidad transnacional). Soy un ser individual con su propia identidad y que a su vez pertenece a diferentes colectivos.
Sobre esta compleja acepción de la identidad, que va más allá de la concepción tradicional, Heinich plantea que “la identidad nacional puede entenderse en dos sentidos bien diferentes: primeramente, se refiere a la naturaleza de la caracterización del colectivo “nación” (…). Pero puede analizarse como la manera en que los individuos se definen en relación a la nación a la cual pertenecen. Esto significa que existe una identidad colectiva y una identidad individual. (…)
Si bien en la identidad nacional es una especie de marca, la identidad individual está lejos de reducirse a una simple marca, porque entrará en competencia con otras marcas que a su vez forman parte de esa particular identidad colectiva a la que pertenecen…”
Y como se ha podido observar, la identidad es un concepto complejo que tiene muchas acepciones y caminos. Esto significa que es imposible definirla o reducirla a una sola acepción abstracta. La identidad individual, por ejemplo, no puede analizarse sin verla dentro de la perspectiva de la identidad colectiva. La primera no está asimilada por la segunda, y lo que es mas importante, ninguna está por encima de la otra.
Algo importante que destacar es que la identidad no puede reducirse a la asimilación ni tampoco a la diferenciación. ¿Significa esto que la identidad es una paradoja existencial de los seres humanos que habitamos la tierra? ¿Cómo solucionar ese problema? ¿Es un problema netamente lingüístico o tiene una implicación ontológica? Una pregunta que todavía no he encontrado respuesta: ¿Existe identidad nacional en la era de la globalización?
La verdad es que estas preguntas no pueden ser respondidas de manera súbita, ni en pocas palabras ni en pocas páginas. La transcomunidad es el signo del siglo XXI. Entonces, se puede hablar de identidad nacional en un momento en que las fronteras políticas no tienen el mismo peso que en el siglo XIX y una gran parte del siglo XX, cuando las naciones de occidente se conformaban y el discurso nacionalista era el elemento clave de unidad. Hoy siglo XXI, siglos después, tenemos una Europa unida en una mancomunidad llamada Unión Europea, que si bien mantiene la individualidad de las entidades jurídicas que la componen, han hecho un esfuerzo de décadas por buscar acuerdos por encima de sus intereses particulares. En este siglo que vivimos también hemos visto un proceso muy marcado de preeminencia de los intereses económicos trasnacionales, como ha ocurrido en los sectores financieros y con las empresas multinacionales; queriendo esta afirmación decir que,en la sociedad actual, oriente y occidente, prima el poder del capital y no los valores de la identidad, que otrora movilizaron tantos seres humanos que lucharon por sus ideales.
Estoy convencida de que casi dos décadas después del siglo XXI, tenemos realmente una crisis de identidad. ¿Cuál es la identidad de hoy cuando prima la cultura occidental y se ha apoderado incluso de la juventud del mundo oriental? Me decía un amigo de origen chino que los jóvenes de hoy en China continental no tienen tan profundamente desarrollado el sentimiento de respeto y veneración a los viejos. Poco a poco la cultura occidental del hedonismo se ha ido apoderando de todo. Entonces, ¿existe o no una crisis identitaria? Yo creo que sí.
Pero el concepto me apasiona y volveré sobre el tema en próximas entregas. Espero que a ustedes el tema los apasione tanto como a mí. Apenas comienzo con estas reflexiones e indagaciones. Tengo en espera una larga lista de libros sobre la identidad que compartiré con ustedes mientras los vaya trabajando. La mejor manera de aprender es leyendo y escribiendo, porque es un método maravilloso de sistematizar y fijar. Nos vemos en la próxima.