En la reforma de salud del Presidente Obama podría suceder que los ciudadanos en 34 estados de la unión, que no que tienen sistema estatal de cobertura de salud y que compran esas protecciones en el mercado de seguros federales, podrían perder los subsidios que otorga el Gobierno Federal. Esto podría ser una realidad, si prospera frente a la Suprema Corte de Justicia una demanda auspiciada por un grupo de extremistas de la derecha alentados por el Partido Republicano.
Si se recuerda, otra demanda temeraria fue elevada ante la Suprema Corte de Justicia a finales de junio del año 2012, cuando el sistema de salud de Obama aún no estaba en operación, en una decisión 5 a 4, la Suprema falló a favor de la preservación de las reformas de salud.
Hace unos días, ya con el nuevo sistema en operación, la Suprema Corte se dividió al oír los argumentos a favor y en contra de la última demanda sobre la ilegalidad del incentivo, en el caso conocido como King versus Burwell.
Cuatro de los nueves jueces de la Corte que pertenecen al ala liberal creen que un fallo a favor de los demandantes crearía un problema constitucional de grandes proporciones, mientras otros cuatro jueces conservadores, creen lo contrario.
Se sabe que más de 65 millones de personas son elegibles para cobertura de seguros en esos 34 estados. Si se decide en contra del Gobierno, los ciudadanos tendrían que pagar una cuota adicional promedio de 260 dólares todos los meses, lo que sería una fuerte carga para los grupos de bajos ingresos.
De esta manera, el presidente Juez de la Corte, el magistrado, John G. Roberts Jr., después de escuchar los argumentos de las partes, decidirá sobre el asunto. Si resuelve en contra del Gobierno, se arruinaría el legado más grande que Obama deja para la posteridad. Ni más ni menos.
El sistema de salud de los Estados Unidos es el más caro del mundo con costo equivalente al 17% del PBI. El promedio para los países ricos representados en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD) es solamente 9%. Lo raro es, que a pesar de la cantidad inmensa de dinero gastado en EEUU, la esperanza de vida es 79 años, cuatro menos que en Italia que es un país medianamente rico.
La reforma que aunque tuvo sus problemas al principio – especialmente al usar el usuario el registro en la página federal para enrolarse – en la actualidad va caminando sumamente bien. Primero, los norteamericanos que no tenían cobertura de salud ha bajado de 16.2% a 12.3 % desde el año 2009. Segundo, la inflación de los costos de salud que eran de 7.3% anual durante el período 2000 al 2008, se ha reducido a 3.9% anual y eso es significativo para los bolsillos de los ciudadanos. Eso quiere decir, también, que el pueblo está más sano.
De la misma forma, los gastos de los beneficiarios del Medicare – el seguro de los envejecientes – ha bajado en términos reales de US$12,000.00 en el 2011, a un estimado de US$11,200.00 en el 2014, y eso es algo inusual.
El temor es que, como los actuales miembros de la Suprema Corte de Justicia han sido mayoritariamente nombrados por los presidentes republicanos Bush padre e hijo, y que esas reformas han sido combatidas por la oposición política de una manera enfermiza, queda la preocupación de que las luchas políticas se traslade a la Suprema.
De hecho, este verano, la Corte Suprema tiene también que decidir el caso del casamiento de los homosexuales – Obergefell vs Hodges – a nivel federal. Hay expertos que predicen que la Alta Corte va en dirección de complacer ambos militantes partidarios, o sea, vota por un caso para complacer a los liberales, y en el otro complacerá a los conservadores.
Tal insensatez dudo que pase. Tengo la esperanza que Dios iluminará otra vez como sucedió hace tres años al magistrado presidente de la Suprema, John G Roberts Jr.