Al margen de que los Tigres del Licey puedan tener obstáculos en el camino, y en ocasiones no pueda ganar la corona, se ha ganado el respeto del país con un tremendo equipo.
Dar a cada uno lo suyo es la máxima de la justicia más atinada porque persigue ofrecer el juicio atinado y el proceder conforme a la equidad.
Estas líneas de preámbulo persiguen colocar en su justo lugar, sin apasionamientos ni parcialidad, el trabajo que la directiva de los Tigres del Licey ha llevado a cabo durante los mandatos a cargo de descendientes directos de presidentes de la llamada “vieja guardia” azul y que popularmente se conocen como “los hijos de papá”.
Si bien es cierto que durante el período que se inició en 2015-16 se atrapó un subcampeonato y una corona bajo el liderazgo de Miguel Ángel Fernández, no podemos lanzar por la borda el esfuerzo desplegado por sus sucesores Jaime Alsina y Domingo Pichardo.
En cada uno de los períodos inaugurales de dos años de esos presidentes, El Glorioso estuvo presente en la Serie Final quedando a una y dos victorias de la obtención del título de campeón como prueba de competitividad.
No es momento de echar lodo o enrostrar fallas, sino de reconocer esfuerzos y continuar el proceso de modernización iniciado hace poco menos de una década y que promete triunfos y celebraciones que nos harán felices a todos.