Tengo una deuda, y prometo pagarla en los próximos años: publicar un libro sobre la personalidad, temperamento y carácter de los líderes dominicanos.
Después de analizar a Trujillo, entendí a los otros dictadores dominicanos. Pero confieso que sentí la angustia por escribir una psicobiografía del liderazgo que había incidido en nuestro país después de la dictadura trujillista, hasta en los momentos actuales.
Soren Kierkegaard dijo: “la vida solo puede ser comprendida mirando hacia atrás, pero debe ser vivida mirando hacia delante”.
Pero la vida y la sociedad son procesos dinámicos, que cambian constantemente debido a las influencias de la economía, la cultura, el desarrollo, la educación, el aprendizaje y a las influencias de nuevos comportamientos sociales. El líder, entonces, es un resultado psicosocial, de las combinaciones genéticas, epigenéticas, psicosociales, culturales y de las circunstancias históricas y económicas donde se desarrolle.
Hasta hace unos años se creía que líder era el que tenía seguidores, pero se ha demostrado que en el populismo, el poder, el dinero y la cultura de favores en países carenciados estructuralmente, se desarrollan autoliderazgo por diferentes circunstancias.
Liderar es sobre todo una actitud. Pero lideran los que nos inspiran, los que se convierten en un referente, los que generan transformaciones y cambios y crean un nuevo aprendizaje que logre el significado positivo en las demás personas, que a la vez, representa los resultados significativos a la propia vida del líder, para transcender y ser digno de imitar.
El liderazgo necesita de coherencia, intuición, equilibrio, optimismo, respeto, confianza, credibilidad, influencia, tolerancia, pasión, compromiso, entrega, sacrificio y transparencia. Cada líder tiene su personalidad, su temperamento y carácter que lo hace diferente de los demás.
Sin embargo, hoy sabemos que el ambiente, las circunstancias y los factores socioeconómicos y coyunturales cambian y modifican las lecturas del ADN del líder, alterando su código genético, pero también su sistema de creencia, valores, habítos y resultado de vida.
El líder puede ser el resultado de su entorno, pero si el entorno no cambia, entonces cambia el líder, para influenciar el entorno hacia lo positivo, lo sano y lo oxigenante; para que los nuevos resultados sean significativamente positivos para el grupo y para la sociedad.
Los líderes de visión corta y de memoria corta, se fijan en el pasado o en resultados para el presente. Mientras que los líderes de transcendencia, de referente y de cambios hacia resultados sociales, apuestan al futuro.
Existen dos tipos de líderes: el disonante y el resonante. Líder disonante, proyecta emociones negativas, resultados tóxicos, maledicentes, o se mueve bajo prácticas de resultados participativos hacia grupos, buscando mantener el control a través de una cultura de favores y de lealtades incondicionales.
El líder resonante se proyecta a través de emociones positivas, de conducta y referente optimista, altruista, solidario, participativo, inclusivo, equitativo y de equilibrio para el sostenimiento del desarrollo, el bienestar, los valores, la ética, la moral y la transcendencia que sirva de modelo sano y digno de imitar por las futuras generaciones.
Cuando los traumas, frustraciones, enojos, fracasos y resultados no alcanzados pasan a las emociones, se producen cambios en las estructuras del cerebro, en su corteza prefrontal, su hipocampo e hipotálamo, para responder con sus huellas somáticas, sus amígdalas cerebrales, y neuronas espejos e imaginativas que le llevan a desenfocarse de su propia realidad.
Los líderes construyen como desean terminar, debido a que deben aprender que aquí en lo terrenal nada es eterno. Que la vida y la historia no es como se empieza, sino como se termina.
El aprendizaje histórico nos cuenta y nos confirma que al liderazgo político social en nuestro país no le importa la historia. El presidente Lilís decía: “¿de qué sirve la historia si no la voy a leer?” se refería a la de él mismo.
El líder decide cómo quiere ser recordado y cómo quiere terminar su historia. A partir de ahí se marca una diferencia y un referente si los resultados sociales son positivos.
En mi condición de psiquiatra y psicoterapeuta, voy a buscarle la explicación psicoemocional y psiconductual de los comportamientos sociales, de las patologías y personalidades del liderazgo dominicano.
Pero también, buscar las explicaciones, motivos y causas del tipo de país que hemos construido, del perfil y la idiosincrasia política dominicana, de su pasado, su presente y su futuro.