La profesora y gran promotora cultural Alina Abreu, llevó a escena el pasado fin de semana en el Teatro Nacional, el ballet “Sueño de una Noche de Verano”, basado en la comedia teatral de William Shakespeare.
El estreno de este ballet, coreografía de Marius Petipa, y música de Félix Mendelssohn, se remonta al 14 de julio de 1876, en la ciudad de San Petersburgo. Años después, George Balanchine, estrena “Sueño de una noche de Verano” para el New York City Ballet, el 17 de enero de 1962, y como nota a destacar, entre sus intérpretes se encontraba el gran bailarín dominicano, Francisco Monción, interpretando a “Teseo”.
El famoso coreógrafo Frederik Ashton, lleva a escena en 1964, su ballet “The Dream” –El Sueño- y sobre esta versión Alina Abreu se inspira, para su puesta en escena, que nos lleva a un espectáculo de ballet no tradicional en nuestro país, ya que la música es interpretada en vivo por una excelente orquesta dirigida por el maestro Junior Basurto Lomba; la música incidental Op.61 de Mendelssohn escrita para este ballet, se escucha con un nivel de excelencia.
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El marco escenográfico recrea ese mundo fantástico del bosque durante el solsticio de verano, tiempo de amor y magia, la creatividad de Fidel López se desborda, su nicho dionisíaco, alberga los personajes de hadas y duendes.
A través de una dinámica y narrativa coreografía, Alina Abreu nos introduce en la leyenda llena de fantasía, en la que los personajes Oberón y Titania, lidian batallas ingeniosas, junto a figuras de la mitología griega como Teseo e Hipólita, la “Flor”, aparece, es un símbolo de enredo, alerta a los personajes, que se enamoraran de la primera persona que vean.
Los grupos corales compuestos por estudiantes del Conservatorio de Danza que dirige Alina, lucen acoplados en las hermosas formaciones, sobresalen las Corifeas, las Mariposas de la Noche, y las Hadas -Camila Issa Svelti, Mariam Rojas Garip, Melissa Gómez Pérez y Meryl Daniela Rodríguez, ofrecen una danza de mayor nivel. Otros grupos de niños, -Insectos, Mariposas, Escarabajos, Avispas, Hormigas, Crisolinas, Mantis y Mariquitas, logran atrapar al público.
Los personajes protagonistas -íconos de Shakespeare- cobran vida con la participación de excelentes bailarines que transmiten la esencia de la obra, y te transportan a ese mundo onírico donde se entrelazan los sueños y la realidad. El encuentro entre el autoritario Oberón y Titania, es un “pas de deux”, un encuentro entre dos bailarines de gran nivel, Demi Issa, y Solieh Samudio.
Un personaje cautivador, especie de travieso duende o bufón, es “Puck”, interpretado por Eliosmayquer Orozco, invitado del Ballet Nacional, sus desplazamientos, giros y “Tour en Lair”, logran la admiración del público. Sus bromas lo llevan a sustituir la cabeza de “Botton” por la de un burro, logrando que bajo su hechizo Titania se enamore de él. JJ Sánchez, interpreta con dosis de histrionismo, al labriego “Botton” víctima de las travesuras de Puck.
Otras bailarinas que se decantan en los bailes blancos, son Carmen Arredondo, como “Helena” y Grace Batista “Hermia”. El virtuosismo cobra nuevo impulso con los excelentes bailarines, Eddis Mallol –“Lisandro” y Pedro Pablo Martínez “Demetrio”.
El encanto y mágico vuelo de las “Libélulas”, se decanta con la interpretación de las solistas, Camila Hernández y María Muñoz. Un detalle a destacar es la excelente actuación de los bailarines, logro de Paula Ferry, encargada de la dirección teatral.
Otro elemento que adiciona a esta puesta en escena, es la participación de un coro de voces líricas femeninas, en la que destaca nuestra gran soprano, Paola González.
Cada momento específico tiene un componente que lo proyecta en su justa dimensión semántica, son las luces, diseñadas por Emmanuel Ferry. El vestuario apropiado a los diferentes conjuntos y solistas, diseños de Magaly Rodríguez, es parte importante en la estética del espectáculo.
Una escena cautivadora, brillante, se escuchan las primeras notas de la bellísima Marcha Nupcial de Mendelssohn, con las que celebran sus bodas, Teseo e Hipólita, Titania y Oberón, y mientras, hadas y duendes danzan a la luz de la luna.
El final reúne a todos los participantes que jubilosos celebran el amanecer. La fuerza de la creación del movimiento y sus intérpretes, se conjuga con todos los componentes, música, lírica, luces, escenografía, para un resultado auspicioso, que nos lleva al mágico “Sueño de una noche de Verano”, del que no queremos despertar.
El público que colmó la sala Carlos Piantini, aplaudió largamente. Un ¡Bravo! Para Alina Abreu y su Conservatorio de Danza, y para todos aquellos que tras bambalinas hicieron posible este fascinante y dionisíaco espectáculo.