Por José Torres Decena
En la sociedad actual, donde la información circula con gran celeridad y las ideas se generan en distintas plataformas, el marketing político se ha vuelto primordial para moldear la imagen y perfil de un candidato presidencial.
En cuanto a la comunicación política ha evolucionado bastante y ya no se limita a simplemente enviar mensajes. Ahora involucra la elaboración de una historia coherente, la administración de la opinión pública y la creación de lazos emocionales con los electores, siempre basado en estudios de mercado que ofrezcan una panorámica que aporte en la toma de decisiones, sobre todo, partiendo de la premisa de los lineamientos a los que deben reñirse los que manejan la cosa pública, como es la transparencia, un Ministerio Público Independiente, entre otras.
El primer paso para crear el perfil de un candidato consiste en establecer un mensaje claro y consistente. Identificar los valores, principios y propuestas que el candidato quiere transmitir es parte de este proceso.
El marketing político posibilita la construcción de una historia atractiva que conecte con las necesidades de los votantes. Un ejemplo de esto sería un aspirante político que base su campaña en asuntos como la equidad social, la economía sostenible, la lucha contra la corrupción o la protección del medio ambiente, lo que le permite establecer una conexión significativa con un grupo específico de votantes -tener su propia marca como punto de diferenciación-.
El marketing político provee las herramientas precisas para comprender las diversas dinámicas del electorado. Mediante la segmentación, es posible que los estrategas puedan distinguir diferentes grupos demográficos, como: jóvenes, envejecientes, miembros de determinadas organizaciones políticas, personas vulnerables, trabajadores, entre otros, y ajustar las estrategias de comunicación según sus intereses y requerimientos.
Esto posibilita una personalización del mensaje, garantizando que el candidato conecte con los electores a los que realmente desea llegar en determinado momento.
La imagen de un candidato se forma a partir de varios aspectos: su aspecto físico, su manera de comunicarse, su historial y la forma en la que se muestra ante los medios y la gente.
El marketing político contribuye a mejorar y controlar la imagen, creando una percepción favorable (potable) del candidato. Los anuncios, las entrevistas y los actos de campaña son meticulosamente elaborados para destacar las virtudes que el candidato quiere transmitir, ya sea como un líder poderoso, una figura de cambio o un político cercano y comprensivo -con sentido humano-.
En un ámbito electoral cada vez más reñido y cambiante, el marketing político se posiciona como un aspecto fundamental en la creación de la imagen y perfil de un aspirante a la presidencia.
Desde la conceptualización del mensaje hasta el manejo de situaciones de emergencia, utilizando las últimas tecnologías y analizando los resultados, es decir, desempeña un papel fundamental en la interacción entre el candidato y los votantes.
Los equipos de campaña y/o asesores que logran entender y emplear adecuadamente estas herramientas tienen más posibilidades de que su candidato logre conectar con los votantes y, en consecuencia, triunfar en las elecciones o posicionarse como una opción en el mercado electoral.
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