Desde el inicio de la vida republicana en el año 1844, la República Dominicana ha vivido momentos históricos en los cuales se ha visto afectada la institucionalidad por conflictos políticos, sociales y económicos. No obstante, esto no ha sido óbice para construir figuras en el orden social que, con características de mediadores, procurasen evitar que el país llegara a una ruptura democrática.
En nuestra historia moderna surgió la figura del mediador por excelencia. Esa figura, durante años, fue encarnada por monseñor Agripino Núñez Collado, un sacerdote dominicano nacido en Santiago de los Caballeros, al norte de la República Dominicana, el 9 de noviembre del año 1933. Se graduó de licenciado en Filosofía en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), luego se convirtió en rector magnífico de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), hasta el día 15 de enero del año 2015. Inició su titánica labor de mediador en el ano 1985, cuando se inició la discusión para la aprobación del posible código de trabajo, terminado el año 1992. Luego de una carrera en favor del desarrollo institucional, social y educativo de la República Dominicana el pasado 22 de enero de este año 2022, falleció a los 88 años de edad.
Puedes leer: Finjus estima debe producirse un pacto político, jurídico y social
Ante la ausencia de una figura de características especiales, desvinculada de la participación de la política partidaria y vinculada siempre a todo lo que tiene que ver con el desarrollo de la República Dominicana y, a falta de un liderazgo social, es decir, frente a la ausencia de un líder con estas condiciones, que pueda asumir ese rol de mediador conforme a los retos y desafíos que le ciernen a la República Dominicana, de fortalecimiento institucional, capaz de promover un espíritu de paz y armonía entre los sectores políticos, sociales y económicos del país; una persona con vocación de servicio, sin dudas, que el país cuenta con figuras con estas características.
A dicha figura, su ejercicio personal, profesional y social le hecho ser merecedor del respeto de la sociedad. Me refiero al abogado Servio Tulio Castaños Guzmán. Es abogado de 60 años, el menor de seis hermanos de la familia Castaños Guzmán, familia de mucho prestigio y de grandes aportes al país.
Servio Tulio Castaños Guzmán es Doctor en Derecho, graduado con honores en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), con maestría en Pensamiento Social (Sociología y Política), posgrados en Derecho Penal, Derecho Civil y Derecho Empresarial. Ha sido diplomático, exconsultor jurídico del Senado de la República, cargo que ha ocupado con un alto sentido de la honestidad.
Ha participado en la discusión de importantes proyectos de leyes en la República Dominicana, a través de la Vicepresidencia Ejecutiva de la Fundación Institucionalidad y Justicia (FUNJUS), institución de orden social que ha sido determinante en la proyección, difusión y estudio de grandes iniciativas legislativas y de desarrollo social y político de la República Dominicana. Castaños tiene una gran vocación religiosa: es católico, participando de manera activa en grupos religiosos desde muy joven, con una alta sensibilidad social.
Conocedor del Estado dominicano y sus deficiencias, sin dudas que su perfil lo coloca en la posición de ser un mediador por excelencia, esto sin ánimo de sustituir la figura egregia de monseñor Agripino Núñez Collado, quien obviamente, por su trascendencia, aportes y valor social, y por todos los aportes al país, lo hace merecedor de título de insustituible. Servio Tulio puede encarnar esa figura necesaria en el país, que sirve de interlocutor entre los sectores sociales y políticos del país, un profesional con altas cualidades morales y éticas, con condiciones excepcionales y, sobre todo, su independencia partidaria, requisito fundamental para ser árbitro ante posibles crisis en este orden.