El turismo, una de las ramas que más crece y más se utiliza para promover el desarrollo del país, es probablemente el sector del mercado laboral que tiene el menor promedio de ingreso laboral, afirma Jenny Torres.
La investigadora social plantea la contradicción de que siendo el turismo uno de los sectores que más aporta al crecimiento económico del territorio, el que más se vende y ofrece gran cantidad de empleos, es el que peor paga a sus empleados.
Asimismo, refiere que uno de los sectores que tiene el mejor ingreso, que es el sector financiero, “es uno de los que tienen menos masa de empleo”.
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Lo anterior denota la complejidad de la pobreza, que según explica Torres: “está atada al tipo de mercado laboral o al mundo del trabajo que tenemos en el país”.
Reflexiona sobre el enfoque de ver el avance del país desde la perspectiva del crecimiento económico: “y como el Producto Interno Bruto (PIB) crece, el PIB per cápita es muy alto, sin embargo, no tomamos en cuenta que las ramas económicas que más crecen ofrecen una oferta salarial muy baja”.
Torres analiza los factores que están supuestos a mejorar la calidad de vida de los dominicanos, -como el empleo y los derechos a los que pueden tener acceso (educación, salud, entretenimiento y actividades culturales)- los conjuga y reflexiona sobre la importancia del territorio para medir la pobreza, lo cual estima es fundamental.
Observa que es un tema que está muy atado a la pobreza y parte del ejemplo de las cajeras y los empacadores que laboran en los supermercados. Ambos se reparten la propina directa que dejan los clientes. Sin embargo, la cajera es la única que tributa para la AFP, pero con un salario muy bajo, “que va a construir su pensión a futuro, que va a ser solo de su salario. La propina no importa y la propina tampoco importa para su regalía pascual”, acota.
Mapa de la pobreza futura
Torres explica que cuando se analiza la posibilidad del tipo de empleo se puede trazar, “un mapa de la pobreza futura”. Se refiere esa parte de la población que hoy está ubicada en el mercado formal, pero con unos salarios muy bajos, a la cual -estima- le esperan pensiones muy bajas y se trata de: “una pensión que te habla de esa pobreza futura”.
Sostiene que el mapa actual de las empresas -territorialmente hablando-, constituye el mapa futuro, “de esta pobreza real, no la medida por el ingreso, sino esa pobreza real de que vas a tener una gente envejecida que va a recibir dos o tres pesos de subsidios del Gobierno” y “sin protección social”, agrega.
Luego de dos años estudiando la complejidad de la pobreza, estima que está ligada al mundo del trabajo en la República Dominicana y que está relacionada con el territorio, donde -alega- se evidencia, además, la desventaja en la que está la mujer: “Entonces eso te dice que el mercado laboral es un elemento productor de pobreza”.
Por otra parte, observa, que tiene mucho que ver con la calidad de los equipamientos en los territorios, porque considera que el mercado laboral debería ser el productor de la autonomía de la familia, “y ese mercado laboral no es solo ir trabajar, generar un ingreso que puede ser insuficiente y que me tiene que llevar a buscar un segundo trabajo o un tercer trabajo”.
Considera que la oferta de equipamientos condiciona hasta, “el tipo de ser humano que vas a ser y el tipo de actividad en la que vas a participar, incluso lo que vas a conocer de la vida lo condiciona”.
Exhorta a no obviar los elementos que son colectivos, como el mundo del trabajo, ya que cuando una empresa se instala en una demarcación, condiciona de cierta forma el tipo de empleo y hasta el tipo de formación que la gente se incline a buscar para lograr insertarse en el mercado laboral, “o sea, impacta bastante colectivamente hablando”.
Vagancia epistemológica
Torres colige que esos análisis podrían llevar a elaborar políticas públicas integrales que tomen en cuenta todo, incluso las deudas, por lo que considera no se han tomado las medidas adecuadas para combatir la pobreza. “No se ha conocido el fenómeno en todas sus dimensiones, que es de lo que tienen que ocuparse las ciencias sociales”, sentencia.
Observa que los investigadores sociales adoptaron medir en base a la línea de pobreza y no se preocupan por conocer más sobre la pobreza, lo que ella denomina: “Una vagancia epistemológica”.