El misterioso virus que nos protege de la viruela del mono

El misterioso virus que nos protege de la viruela del mono

Fármaco (Fuente externa)

A principios del siglo XIX, un extraño pánico sanitario se extendió por Londres. Se distribuyeron folletos informativos. Se escribieron libros alarmistas. Surgieron tratamientos dudosos. Se advirtió al público, en masa, que estaba en peligro, en riesgo urgente de… transformarse en vacas humanas.

Un pequeño grupo de médicos controvertidos había estado generando preocupaciones sobre un procedimiento médico pionero, que incluía tomar un virus que se creía infectaba al ganado y usarlo para proteger a las personas contra el primo de ese patógeno, la viruela.

La técnica se denominó «vacunación«, por el latín «vaccinus», que significa «de una vaca», y las primeras evidencias sugirieron que era extraordinariamente efectiva, protegiendo al 95% de las personas de una infección que generalmente mataba a alrededor del 30% de sus víctimas y desfiguraba permanentemente a la mayor parte del resto.

Incluso hubo una esperanza temprana de que eventualmente podría vencer la enfermedad para siempre.

Pero no pasó mucho tiempo para que aparecieran los primeros escépticos de las vacunas.

En particular, estos médicos disidentes estaban convencidos de que el «humor bestial», el virus de la viruela de las vacas, no tenía cabida en el cuerpo humano.

Entre las afirmaciones más ridículas estaba la sugerencia de que los niños vacunados habían comenzado a desarrollar características bovinas, como las manchas en las vacas lecheras, o que corría el riesgo de que eventualmente tuvieran pensamientos de buey.

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La vacuna contra la viruela deja una pequeña cicatriz.
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Un destacado antagonista de las vacunas sugirió que las mujeres vacunadas podrían comenzar a sentirse atraídas por los toros.

La cuestión es que los primeros escépticos se habían equivocado. Por supuesto, la nueva técnica no transmitió la esencia de los bovinos a personas inocentes: la viruela bovina era solo un virus normal y, en los siglos venideros, conduciría a la viruela a la extinción.

Pero también puede que la enfermedad nunca haya tenido nada que ver con las vacas.

De hecho, hasta el día de hoy nadie sabe de dónde vino el virus que erradicó la viruela. Y, sin embargo, este misterioso microbio todavía se usa, incluso en las vacunas que se están implementando actualmente contra la viruela del mono, que ahora ha sido declarada una emergencia de salud mundial por la Organización Mundial de la Salud.

Después de haberse encontrado principalmente en África durante las últimas cinco décadas, en mayo de 2022 el virus de la viruela del mono comenzó a propagarse por todo el mundo.

Para combatirlo, los científicos recurrieron a dos vacunas utilizadas anteriormente contra la viruela: ACAM2000 y JYNNEOS.

Estas son las únicas con licencia en los EE.UU. para proteger contra el virus emergente (la UE también aprobó recientemente la versión JYNNEOS).

Ambos son excepcionalmente seguras y se cree que son muy efectivas, pero también son parte del rompecabezas.

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La vacuna contra la viruela produjo muchos escépticos preocupados por los efectos de la inoculación.

Durante más de un siglo, la comunidad científica asumió ampliamente que la vacuna contra la viruela estaba hecha de viruela bovina; esta es la explicación que todavía se encuentra en muchos sitios de internet y planes de estudio en todo el mundo.

Pero en 1939, casi 150 años después de que se inventara la vacuna, las pruebas moleculares revelaron que no es así. Más recientemente, la secuenciación genética ha confirmado estos hallazgos.

En cambio, las vacunas que se usaron para erradicar la viruela, y las que se usan hoy en día contra la viruela del mono, se basan en un virus desconocido que nadie ha podido identificar: un patógeno «fantasma» que solo se ha encontrado en forma de vacuna.

A pesar de una búsqueda de 83 años, nadie sabe cómo, por qué o exactamente cuándo apareció este impostor en la vacuna contra la viruela, o si todavía existe en la naturaleza.

Solo una cosa está clara: millones de personas que vivieron bajo el dominio de la viruela deben su vida a su existencia. Sin él, es probable que nuestro actual brote de viruela del mono se haya propagado aún más rápidamente.

«Durante muchos años, hasta 1939, la gente asumió que lo que llamamos vaccinia, la vacuna contra la viruela, era lo mismo que la viruela bovina», dice José Esparza, virólogo y miembro del Instituto Robert Koch, Alemania.

«Y luego se descubrió que eran diferentes. Y desde entonces, aceptamos que la viruela bovina es un virus y la vaccinia es otro virus de origen desconocido».

¿Cómo ha sucedido esto? ¿De dónde ha podido venir este virus? ¿Y alguna vez podremos encontrarlo en su huésped natural?