El Monumento a la Diáspora Dominicana

El Monumento a la Diáspora Dominicana

Cada crítico de arte tiene sus temas preferidos, cuando no obsesivos. En el caso nuestro, el Arte Público es una preocupación por su escasez en la actualidad nacional, y los engaños generados por obras lamentables, abusivas además en su modo de (re)producción.

Entonces, cuando una obra admirable, original, inteligente, representativa tanto en concepto como en realización, irrumpe en nuestro ambiente urbano, es una fiesta.

Este casi milagro acaba de suceder con la erección del Monumento a la Diáspora Dominicana, una creación del consagrado artista dominicano Ezequiel Taveras.

Contó para la ubicación y el paisajismo, con la colaboración de destacados arquitectos nacionales.

Hoy en día, constituye un deleite detenerse en la intersección de las avenidas Bolívar y Abraham Lincoln, aprovechando un descanso que no solamente reposa, sino provoca placer alegría y optimismo.

Monumento a la Diáspora Dominicana Primero, nos llama la atención que es un volumen de espacio, impresionante escultura geométrica, conformada por cintas circulares de metal–horizontales y verticales-, a la vez extremadamente ligera y maciza… Casi de inmediato, nos percatamos que se trata del globo terráqueo, recorrido por sus paralelos y meridianos, que Ezequiel Taveras ha diseñado e interpretado en acero.

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Esta esfera es la Tierra. En la superficie impera la transparencia, pero no hay vacío: un mapamundi impecable distribuye los distintos continentes y regiones…

Entonces, unida a la fruición estética, empieza nuestra emoción…

Arriba y a los lados, percibimos personajes, que cada vez toman mayor importancia, caminando y cargando maleta. Y en cada uno “brilla” un toque rojo, que nos fascina.

El título “Monumento a la Diáspora Dominicana” toma entonces su pleno sentido. Esos hombres y mujeres son los emigrantes dominicanos que andan y se reparten por el mundo. Los bultos rojos son sus corazones, que llevan y traen con su fuerza de trabajo, con su entrega que incluye la identidad inconfundible. El color también significa el rojo de la esperanza.

Seguimos mirando, y ya aparece inclinada hacia Suramérica, la isla , el país, la República Dominicana, roja como el corazón de su gente.

Esta prodigiosa esfera – forma y símbolo, sin principio ni fin- es arte cimero, al integrar la creatividad, la técnica, el sentimiento, aparte de su definición como arte público y urbano ejemplar.

Ahora bien, otro rasgo que nos seduce es que Ezequiel Taveras ha realizado una gran obra contemporánea, pero que continúa una tradición histórica plurisecular, elaborar la forma esférica de la Tierra, y difundirla en objetos y obras de arte.

El artista

Probablemente sentimos todavía una mayor emoción, porque el autor, es un artista de la diáspora dominicana y él la siente en carne propia.

Ezequiel vive y trabaja exitosamente en Nueva York, pintor, dibujante, fotógrafo, escultor, ceramista, instalador, gestor cultural, curador, hace varios años que reside en los Estados Unidos.

Felizmente, en Santo Domingo aprecian y galardonan sus talentos, su originalidad, sus conocimientos: acaba de ser premiado en el Concurso de Arte del Museo Bellapart. Sin embargo, él se siente más tranquilo y seguro fuera de su país de origen. No hace falta comentario…Ahora bien, el “Monumento a la Diáspora Dominicana”, cada vez que lo veamos y disfrutemos, será presencia permanente del maestro Ezequiel Taveras.