Dicen que el papel lo aguanta todo, pero también el micrófono que le ponen delante a nuestros políticos, que en ese momento se sienten con licencia no solo para prometer lo que saben a conciencia que nunca van a cumplir sino también para exagerar o inventarse logros suyos o de sus gobierno, que de tanto repetir aquí y allá terminan creyéndoselos ellos mismos.

En todo eso pensé luego de leer que el expresidente Danilo Medina, que este fin de semana salió de su prolongado mutismo aclarando que el PLD no estaba muerto sino de parranda, volvió a repetir la gran falacia de su vida, que para un político de tiempo completo debe ser también la de sus gobiernos: que ese partido creó una sociedad de clase media. Pero no conforme con eso, dijo otra mas grande todavía, tal vez porque en ese momento ya era presa de las emociones y era lógico que se pasara de contento: que en sus gobiernos a la gente pobre le sobraba la comida.

Desde luego, si usted le preguntara al exmandatario porqué entonces esa misma clase media lo desalojó del poder no sabría qué responder, ni tampoco si el mismo preguntón quisiera también saber porqué, si en sus gobiernos los pobres (que son la mayoría en este país) estaban con la barriga jarta y el corazón contento, no votaron por sus redentores para asegurar así las tres calientes.

La mitología creada por los peledeístas ya nos vendió el Nueva York Chiquito con el que Leonel Fernández sedujo y convenció hasta que el país se cansó de oirlo conceptualizar, y todo indica que el cuento de que el PLD creó una sociedad de clase media va por el mismo camino.

Ojalá, por su propio bien, que ese no sea su argumento para pedir que votemos por ellos en el 2024.