“En la República Dominicana hace falta que los pastores, los sacerdotes, tengan el conocimiento o el interés de ayudar a personas que necesitan orientación espiritual o sencillamente que las acompañen en sus momentos difíciles: la muerte de un ser querido, después de una separación o un divorcio, la pérdida del trabajo, cuando los hijos se van del nido familiar o simplemente al llegar a una edad en que necesitan de compañerismo y de personas solidarias”.
El Obispo Emérito Telésforo Isaac hace la afirmación al hablar de lo que ocupa la mayor parte de su retiro tras 19 años como obispo y 33 en el sacerdocio en la Iglesia Episcopal Dominicana: prestar oídos a la gente con problemas, sentir sus desahogos y expresarles palabras de aliento. A veces eso basta, dice, pero él también tiene fama de sanar con sus oraciones.
Con humildad característica confiesa: “No hay que ser un experto, un intelectual, un teólogo para ayudar al prójimo sino tener tiempo, disposición, sensibilidad para escuchar y tal vez decirle a la persona que ore y tenga fe, esperanza y amor, que Dios sea su pastor para que tenga paz, seguridad y sobre todo la iluminación para la sabiduría que el Señor da a quien lo busca”.
El reverendo es, hasta donde se sabe, el único o uno de los pocos religiosos en el país que conoce y vive esta acción llamada Consejería Pastoral Noutética. Entre sus muchos libros hay uno que trata sobre esa experiencia: “Manual de notas y conjunto de artículos sobre ministerio pastoral. Consejería Pastoral Noutética”, publicado el pasado mes de junio.
Lo visitan enfermos físicos y emocionales, personas atribuladas o confundidas, en la catedral anglicana de la avenida independencia, le escriben por correo electrónico, lo buscan en su residencia.
La noutética, explica, se ha venido desarrollando desde finales del pasado siglo XX. Su mayor difusor ha sido el predicador Jay E. Adam, autor de más de cien libros, quien afirma que se puede implementar para casos no complicados de perturbación psíquico-mental o de conducta impropia, sin hacer estudios, “porque en las Sagradas Escrituras hay ejemplos que pueden ser usados con efectividad para los fines de lugar”. Isaac manifiesta, como Sigmund Freud: “La ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas”. Esta consejería está basada en los ejemplos y principios de la Biblia.
Isaac es autor, además, de: “Comentarios de domingos en Cuaresma y Semana Santa, Vocación: Llamado de Dios, respuesta humana para amar y servir, Labor educativa de la iglesia Episcopal, Práctica de la espiritualidad cristiana, Latin spirituality (en inglés), Fe y práctica de la espiritualidad cristiana, Reflexiones cuaresmales… El periodista José Pimentel Muñoz dio a la luz “Telésforo A. Isaac: Vivencias de un pastor episcopal/anglicano”.
Isaac tiene infinidad de artículos publicados en revistas y periódicos católicos, evangélicos-protestantes y nacionales.
“No se puede ser fanático de las religiones, el fanático generalmente es una persona de inseguridad. Si usted tiene su fe cimentada en Dios no necesita ser fanático. Mi sombrilla espiritual tiene que abrirse lo más posible para abarcar las cosas de Dios y de los seres humanos. Si no podemos vivir en comunidad, como hermanos y hermanas, no podemos pretender ir al cielo y estar allí reunidos delante del Padre. Si nos peleamos aquí no podremos ir allí, por eso soy hermano de todos los seres vivientes”, exclama.
Es casi el mismo lenguaje del Papa Francisco, se le observa, y expresa que el Pontífice de Roma “es una figura que Dios ha enviado en estos momentos para ayudar a la iglesia católica a la buena relación con las otras iglesias y para ser un formidable testimonio en el mundo”.
-Un sector dentro de la misma Iglesia le llama el antipapa, no está de acuerdo con muchas de sus actuaciones, se le comenta. “Siempre aparecen miembros de la propia familia que son adversarios, le pasó a Jesús: Judas Iscariote y el mismo Pedro lo cuestionaban a veces, esto se debe al pecado humano, a la debilidad de los seres humanos”.
Salud sólida. Telésforo Alexander, humilde descendiente de ingleses (cocolos) que se establecieron en el ingenio Porvenir, no se detiene en el trabajo. Celebra la Eucaristía, produce prédicas magistrales, imparte cátedras sobre las Santas Escrituras, la Consejería pastoral Noutética y Homiléctica, en el Centro de Estudios Teológicos, lee libros y periódicos y escribe sus propias obras. Prepara sus experiencias durante 1965 en San Francisco de Macorís.
“Me vienen a la mente vivencias que me impactan, algo que pasó en el mundo civil, en el gobierno, en el país o el mundo, o lo que leo en la Biblia o en la vida de personas destacadas como los santos o figuras políticas que han hecho aportaciones, y lo pongo en el papel”, cuenta.
Habla inglés, español, francés y creol y suele escribir en esas lenguas. ¿Creol? “Sí, porque viví y me crie en el ingenio entre cocolos y haitianos, trabajé en una oficina de asuntos sociales donde había miles de inmigrantes de Haití, picadores de caña; pasé después cuatro años en Haití y, desde luego, hablo inglés porque papá habló inglés con nosotros todo el tiempo. Y el francés lo estudié y practiqué en Haití, donde las cátedras eran en francés”. Estudió en Seminairs de Théologe de L’Eglise Episcopale de Haití para la licenciatura en teología. Además cursó sociología e idiomas en la UASD y posee maestría en Divinidad del Seminario del Caribe, en Puerto Rico.
El educador, ex encargado del colegio-iglesia San Esteban, nació el cinco de enero de 1929, hijo de Simon Peter Isaac, de la isla de Antigua, y Violeta Alejandrina Francis Lucas, hija de inmigrantes de Saint Kitts. Está casado con Juana María Rosa y es el padre de Juan, Marcos y Miriam.
Atribuye su salud, fortaleza física y lucidez mental a que lleva “las cosas con calma” y a que su esposa sabe cocinar para que ambos coman bien. Fue químico azucarero en su adolescencia pero no consume dulces, hace ejercicios a diario, como le enseñaron en el colegio San Esteban: marchando estático y moviéndose después al ritmo de la música que sintoniza en un radito “y eso basta. No hay que salir a la calle a caminar”. Además, disfruta las frutas.
Aún puede conducir su auto pero solo lo hace los domingos para ir a la iglesia. Utiliza un conductor para sus diligencias y visitas a los enfermos, porque el amor es parte de su personalidad servicial y afable.