La obra es, ante todo, una defensa de la historia. Se ejerce contra los ataques explícitos que va evocando en la obra y en particular los de Paul Valéry, pero también contra la evolución real o posible de un saber científico a cuyos márgenes sería expulsada la historia, o incluso excluida. También puede creerse que Marc Bloch quiere defenderla contra los historiadores que, a sus ojos, creen servirla y le hacen un flaco servicio. Por último, y creo yo que tal es uno de los puntos fuertes de la obra, intenta precisar las distancias de la obra ante los sociólogos o los economistas cuyo pensamiento le interesa, pero cuyos peligros para la disciplina histórica también ve. Tal será el caso (…) de Emile Durkheim o de Francois Simiand.
El subtítulo definitivo “O el oficio de historiador”, que reemplaza de manera pertinente al primer subtítulo, subraya otra preocupación de Marc Bloch: definir al historiador como hombre de oficio, investigar sus prácticas de trabajo y sus objetivos científicos, como veremos, incluso más allá de la ciencia”.[1] Jacques Le Goff.
El prefacio de esta importante e interesante obra fue hecho por uno de los grandes historiadores franceses, heredero de toda la tradición de la escuela de los Annales, Jacques Le Goff, quien como él mismo decía en sus palabras, no tuvo la oportunidad de conocer a Marc Bloch, quien fue, en 1929, uno de los fundadores de la Revista Annales, que en sus inicios era denominada como “Annales, Economías, Sociedades, Civilizaciones”.
La obra que vamos a comentar en los próximos encuentros fue escrita y publicada en francés en 1949 bajo el título “Apología para la historia o el oficio de historiador”, aunque el título original era “Apología para la historia o cómo y por qué trabaja un historiador”. El historiador Le Goff, heredero de la tradición de la Escuela de los Annales, se lamentaba de no haber podido conocer a Bloch, pues vivieron en generaciones y tiempos diferentes:
“Esforzándome por ser el discípulo póstumo -ya que por desgracia no pude conocer a Marc Bloch- de ese gran historiador cuya obra y cuyas ideas fueron para mí, y siguen siéndolo, las más importantes en mi formación y en mi práctica de historiador, y habiendo tenido el honor de pasar a ser en 1969, gracias a Fernando Braudel (el gran heredero de Lucien Febvre y de Marc Bloch), coordinador de los Annales”.[2]
¿Quién era Marc Bloch? ¿por qué este investigador fue tan importante para la historiografía francesa y del mundo occidental? ¿Habrá influido la situación social para proponer junto a Lucien Febvre de una nueva manera y visión de hacer historia en contra de las ideologías de moda?
Su nombre completo era Marc Léopold Benjamin Bloch, francés nacido en la ciudad de Lyon en 1886 y murió en 1944, casi al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Durante toda su vida se dedicó a estudiar la historia medieval francesa. Pero su gran aporte fue haber fundado la Escuela de los Annales, convirtiéndose en uno de los intelectuales más importantes del siglo XX, no solo en Francia, sino en el mundo occidental.
Estudió en la Escuela Normal Superior y en la Fundación Thiers en París. Su pasión por la historia la heredó de su padre, que era un gran profesor. En 1936 comenzó a impartir clases en la Universidad de Estrasburgo, pero por poco tiempo, pues fue llamado a impartir clases en la Sorbona, al suceder al profesor Henri Hauser, titular de la historia económica en esa universidad.
Unos años antes, en 1929, Marc Bloch fundó, junto con Lucien Febvre, la más importante publicación de historia en Francia que en un principio se llamó “ Annales de Historia Económica y Social, que pasó a llamarse en 1945 “Annales, Economías, Sociedades y Civilizaciones”. Esta publicación dio origen a la escuela histórica más importante de Francia y de todo el occidente, la que todos conocemos como Escuela de los Annales.
A pesar de que apenas vivió 58 años, pudo escribir y mucho. Sus primeras obras estaban dirigidas a la sociedad medieval, entre las que se encuentran: Los caracteres originales de la historia rural francesa (1931); La sociedad feudal, 1939-1940, en dos tomos.
Una de sus obras más desgarradoras fue La extraña derrota, publicada en 1946, dos años después de su muerte. Sus obras de método de investigación histórica fueron básicas: Introducción a la Historia, escrita en 1941, pero publicada en 1949; y «La construcción de la ciencia histórica».
Se destacó no solo como intelectual, sino como un hombre comprometido con su tiempo. Durante la Primera Guerra Mundial sirvió en la infantería, alcanzando el grado de capitán. Incluso por su labor tan valiente y comprometida fue condecorado con la orden nacional de la Legión de Honor.
Quizás por ser judío, fue un activo miembro de la resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial. No tuvo la suerte de ver el final de la guerra, pues fue detenido por la Gestapo en marzo de 1944 y fusilado poco tiempo después.
[1] Jacques Le Goff, Prefacio a la obra de Marc Bloch, Apología para la historia o el oficio de historiador, México, Fondo de Cultura Económica, 2001, p. 10. [2] Ibidem.