El olvidado papel de las luchadoras en la revolución de Haití

El olvidado papel de las luchadoras en la revolución de Haití

En la noche del 23 de agosto de 1791, en Cap-Français, en la costa norte de Saint Domingue (actual Haití), se produjeron incendios en las plantaciones. Los esclavos prendieron fuego a los edificios y los campos, y mataron a sus amos.

Fue el comienzo de la revolución haitiana, el único levantamiento conocido de personas esclavizadas en la historia que condujo a la fundación de un estado libre de esclavitud.

Mientras tanto, al otro lado del Atlántico, en Francia, las noticias sobre los levantamientos se extendían rápidamente. La élite gobernante adinerada y aquellos que tenían el monopolio del comercio transatlántico de esclavos estaban cada vez más ansiosos.

Comenzaron a darse cuenta de que sus días de subyugar a la población esclavizada para obtener ganancias estaban llegando a su fin. Los ataques coordinados fueron el comienzo de una resistencia armada que surgió en todo el país en los años siguientes.

Las rebeliones de los esclavos finalmente llevaron a lo impensable: el desmantelamiento del sistema colonial y la declaración de la independencia de Haití en 1804 fue «la primera revuelta exitosa a gran escala de personas esclavizadas en la historia», y el país se convirtió en la primera república negra libre del mundo y el primer estado caribeño independiente.

La historia recuerda principalmente las hazañas de los hombres luchadores por la libertad de la revolución haitiana. Figuras como su líder, el general Toussaint Louverture; Jean-Jacques Dessalines, quien se convirtió en el primer gobernante de un Haití independiente; Dutty Boukman, quien fue líder de los cimarrones y sacerdote vudú, o houngan; el primer y único rey de Haití, Henri Christophe, y otros.


Sus historias han sido registradas y conmemoradas a través del tiempo.

Sin embargo, también hubo mujeres que desempeñaron papeles clave en la lucha por la independencia de Haití. Gran parte de su historia es desconocida, o está subrepresentada y pasada por alto debido a la falta de documentación y registros de sus actividades.

Aun así, las historias que conocemos de mujeres como Sanité Bélair, Cécile Fatiman, Marie-Jeanne Lamartiniére, Catherine Flon, Suzanne Simone Baptiste Louverture y más destacan su determinación, valentía y dedicación a la causa, contra viento y marea.

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La misma lucha…

También falta evidencia visual de estas mujeres. Por ello, los artistas contemporáneos Richard Barbot y François Cauvin, ambos haitianos, las han reimaginado, dándoles rostros a los nombres.

Crystal Nicole Eddins, profesora adjunta de Sociología en la Universidad de Pittsburgh y autora de “Rituals, Runaways, and the Haitian Revolution: Collective Action in the African Diaspora” (“Rituales, fugitivos y la revolución haitiana: acción colectiva en la diáspora africana”), le dice a la BBC que las mujeres emplearon diversas tácticas de resistencia, desde la acción abierta hasta el trabajo silencioso detrás de escena.

Crystal Nicole Eddins, profesora adjunta de Sociología en la Universidad de Pittsburgh y autora de “Rituals, Runaways, and the Haitian Revolution

Algunas, incluidas Bélair y Lamartiniére, luchaban en la línea de frente.

«Sabemos que las mujeres tomaban las armas junto con los hombres. Las mujeres de las sociedades africanas desempeñaban una amplia gama de roles sociales, algunos de los cuales eran militaristas, además del hecho de que las mujeres también trabajaban en las plantaciones, haciendo el mismo trabajo que los hombres. Por lo tanto, se deduce que estaban librando la misma lucha».

Había curanderas y enfermeras como Catherine Flonmás, conocida también por ser costurera (se dice que cosió la primera bandera del recién independizado Haití), así como educadoras, espías y saboteadoras que usaban tácticas de guerrilla para interrumpir la cadena de recursos, incluido el suministro de agua de sus enemigos.

Eddins explica que las mujeres también contribuyeron a desempeñar funciones más relacionadas con el género, como cultivar y proporcionar alimentos a los ejércitos rebeldes y sus comunidades.

Sanité Bélair fue una líder revolucionaria haitiana que sirvió en el ejército de Toussaint Louverture. Ascendió de rango, primero como sargento y luego como teniente, y lideró la ofensiva en la expedición de Saint-Domingue. Junto con su marido, Charles Bélair, otro teniente del ejército, finalmente fueron capturados y ejecutados por orden de Napoleón.

El legado de Bélair se conmemora con su retrato en el billete de 10 gurdas haitianas, creado en 2004 como parte de una serie que celebra el 200 aniversario de la independencia de Haití.

Menos conocidas fueron las sacerdotisas vudú y las mujeres espiritualmente poderosas como Cécile Fatiman, que proporcionaban «hechizos de protección» a los rebeldes y se negaban a dar información sobre su ubicación. También utilizaban su conocimiento tradicional de la medicina herbal para envenenar a los dueños de esclavos.

Hija de una esclava africana y un príncipe corso, Fatiman fue una destacada sacerdotisa vudú y revolucionaria que también se dice que creó redes de comunicación que transportaban información a través de las plantaciones. Vivió unos notables 112 años.

Marie-Jeanne Lamartiniére fue una soldado y enfermera haitiana que es celebrada no solo por su valentía, sino también por su conocimiento y estrategia en el campo de batalla. Vestía uniforme masculino y luchaba junto a los hombres, por lo que era muy respetada.

Lamartiniére fue una figura clave en la importante batalla de Crête-á-Pierrot en 1802 contra las fuerzas francesas.

Las mujeres no estaban exentas de los castigos que se les infligían por participar en la revolución, y sufrieron los mismos destinos brutales que los hombres. Bélair era famosa por haberse negado a que le vendaran los ojos antes de ser ejecutada junto con su marido por los franceses.

«En los relatos de historiadores anteriores y en el libro de CLR James The Black Jacobins (“Los jacobinos negros”) se la describe como una mujer realmente valiente que promovió la lucha por la independencia», dice Eddins.

Con los pocos detalles que conocemos de Bélair y otras mujeres, los cronistas han escrito sobre su valentía y determinación por la causa de la liberación. «En algunos casos, los historiadores han dicho que fueron las mujeres las más feroces en su lucha«.

Subvirtieron las opresiones coloniales y, frente a la adversidad, lucharon por la autonomía dentro de sus comunidades y la sociedad en general.

Cécile Fatiman
Cécile Fatiman

Divide y vencerás

Los colonos crearon divisiones entre los esclavizados, sembrando la discordia con sistemas jerárquicos inventados que involucraban la religión y el tono de piel.

Al utilizar la táctica de dividir y vencer, los colonos esperaban que, al estar demasiado ocupados luchando entre ellos, no pudieran romper las cadenas de la esclavitud.

Además, amenazaban con recurrir a la violencia extrema como castigo por la insurrección.

Sin embargo, esto no disuadió el deseo de liberación de los esclavos. Organizaron revueltas sin el conocimiento de sus amos, quienes no se enteraron debido a su aparente sensación de seguridad y a su creencia errónea de que los negros eran inferiores e incapaces de luchar por sí mismos.

Esta creencia persistió especialmente en la forma en que se veía a las mujeres negras. Muchas asumieron posiciones de liderazgo en las rebeliones organizadas, aunque no sabemos mucho sobre sus historias. Eddins dice que la literatura más reciente está investigando por qué estas mujeres fueron silenciadas en los registros.

Su condición de esclavas es parte de ello, según Eddins, y también de acuerdo a la profesora de historia de la Universidad de Nueva York Jennifer L. Morgan, que también ha investigado este tema.

Eddins dice: «[Morgan] habla de cómo el estatus de esclavo se confería a través del vientre de las mujeres africanas, y de que los esclavistas no querían verlas como humanas, porque si veían a una mujer embarazada, eso les recordaría que los africanos tenían parientes y familia».

Además, era poco probable que los esclavistas consideraran a las mujeres negras como revolucionarias o con inclinaciones rebeldes.

Otra razón de su falta de visibilidad en los libros de historia es el hecho de que no hay suficientes narraciones en primera persona de estas mujeres. Eddins comenta:

«Tenemos cartas de Toussaint Louverture. Tenemos escritos de Jean-Jacques Dessalines, pero no tenemos, al menos que yo sepa, ningún escrito conocido de una mujer revolucionaria. Así que, a falta de eso, se necesita creatividad para tratar de averiguar cómo encontrar a estas mujeres y dar sentido a sus historias».

Religión

Se dice que una ceremonia vudú conocida como Bois Caiman desencadenó la revolución haitiana.

En sus orígenes, esta religión de la diáspora africana indígena (que luego se desarrolló en Haití como respuesta a la esclavitud) era un culto a los elementos: tierra, sol, agua y aire.

Los fieles del vudú creían que existe una conexión entre la tierra de los vivos y el reino espiritual. La muerte se considera una transición al mundo invisible donde sus antepasados los guían y los vigilan en la Tierra.

Con el paso de los años, debido a las caracterizaciones y conceptos erróneos de Occidente, se conviritió en una práctica espiritual estigmatizada. Sin embargo, durante el período de la esclavitud, el vudú creó el entorno para que la gente se reuniera y compartiera ideales culturales y alianzas políticas.

A pesar de estar prohibido, esto no impidió que la gente practicara el culto en secreto. Este acto de rebelión sentó las bases para una resistencia más grande y abierta.

Fatiman y Dutty Boukman oficiaron la ceremonia secreta, que no solo era un ritual religioso, sino también una reunión para movilizar a las masas esclavizadas de las plantaciones de todo el país. Ellos idearon estrategias para destruir la «economía de las plantaciones de azúcar y delinearon los términos de su liberación».

La ceremonia y otros rituales vudú en los que participaban tanto hombres como mujeres fueron clave para generar solidaridad racial entre la diversa población de Haití, que incluía a los esclavizados, los criollos, los africanos, las personas de color libres y los cimarrones.

«Estos rituales sagrados eran espacios para que las personas esclavizadas se reunieran y llevaran a cabo sus prácticas religiosas y sagradas a partir de los fragmentos de memoria que pudieran reunir o reformular en este nuevo espacio».

Eddins también menciona que la experiencia compartida de ser mercantilizados como esclavos y racializados como negros también fue parte del proceso de radicalización.

La independencia tuvo un costo devastador y el país todavía sufre los efectos de la revolución. Sin embargo, es importante reconocer que la valiente eliminación de la esclavitud y la creación de un Haití independiente fue una victoria conjunta de hombres y mujeres.

Y si bien existen muchas fuentes que se centran en las figuras masculinas de la revolución haitiana, historiadores, académicos, activistas, escritores y otros han hecho esfuerzos recientes para localizar las historias de las mujeres de la revolución y sacarlas a la luz, no solo por sus contribuciones a la causa, sino también para comprender sus experiencias.