“L’Origine du monde” (1866, óleo sobre lienzo) de Gustave Courbet (1819 – 1877) es una obra muy controvertida por el realismo con el que el artista interpretó el desnudo femenino.
Es interesante cómo observando una pintura podemos sentir un fuerte impacto visivo y experimentar sensaciones extremas: alegría, temor, felicidad, incomodidad y hasta vergüenza, y sin embargo se trata de una pintura sobre un lienzo. Esta sensación entre la imagen representada y la realidad, nos recuerda un texto de René Magritte, una imagen pintada sobre el lienzo de forma realista, como para no dejar dudas, definitivamente representa un objeto llamado “pipa”. Sin embargo, una frase escrita debajo la imagen dice que no, Ceci n’estpas une pipe (esto no es una pipa). La frase que niega que sea una pipa en realidad, por lo tanto, cuestiona el criterio de equivalencia entre similitud y afirmación, la pipa del cuadro es solo la representación de un objeto tangible que no tiene nada que ver con él, representación no significa realidad, la imagen de un objeto no es el objeto mismo, la pipa del cuadro no se puede fumar como las manzanas de los bodegones no se pueden morder.
Sin embargo, a pesar que la obra “El origen del mundo” se trata de una representación, la potencia visiva que nos transmite nos impacta fuertemente, despierta incomodidad a la vista debido a su crudo realismo, es una fuerte provocación aun después de 150 años de su realización.
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La pintura retrata en primer plano el área púbica de un torso femenino, del cuerpo, acostado sobre una sábana se vislumbra la porción que va desde los muslos hasta los senos. El corte y la perspectiva extremadamente realista y anatómica del cuerpo es lo que determina la fuerza visual de la pintura. Courbet no recurrió a artificios estilísticos históricos o clásicos ya consolidados para representar el tema, al contrario, para hacer la imagen aún más real, hizo un estudio muy atento de los tonos de la tez para seducir la mirada del observador.
El origen del mundo, como indican los especialistas del Museo de Orsay en París (donde está expuesta la obra), no es una imagen pornográfica.
El estudio de la representación y el uso de las técnicas de la tradición pictórica italiana del “tonalismo”, hacen de “El origen del mundo”, una obra producida con gran habilidad técnica. (El tonalismo es una técnica típica de la tradición artística véneta del 500, vinculada a una nueva percepción del color. Se trata de aplicar gradualmente tono sobre tono, en veladuras superpuestas, obteniendo esencialmente un efecto plástico y suave además de una fusión entre el sujeto representado en la pintura y su entorno). Courbet admiraba la pintura de grandes maestros como Tiziano Vecellio, Paolo Veronese y Correggio (Antonio Allegri), donde el elemento sensual estaba fuertemente representado.
El significado potencialmente escandaloso de la pintura debe contextualizarse en el intento de Courbet de proponer una representación más adherente a la verdad de la realidad.
Si queremos interpretar El origen del mundo de Courbet como una imagen simbólica, debemos partir del título que alude a la reproducción, en esta lectura, el cuadro representa la fertilidad y la celebración de la vida.
La historia de la pintura cuenta que el diplomático turco-egipcio Khalil-Bey (1831-1879), encargó la pintura a Courbet, el político era un excéntrico coleccionista que frecuentaba la alta sociedad parisina en los años sesenta del siglo XIX, su colección de arte contaba con obras particulares que celebraban la figura femenina. Khalil-Bey también era un apasionado del juego de azar y las deudas lo llevaron a la quiebra. Se vio obligado a vender su colección de pinturas en una subasta en París el 16 de enero 1868. Entre las obras presentadas en el catálogo de la subasta recordamos: Les Amateurs de peinture de Meissonnier (1860); Chevaux a une fontaine de Delacroix (1862), y “El baño turco” de Jean Auguste-Dominique Ingres (1862). Khalil-Bey escondió la obra de Courbet y solo podían verla los amigos de confianza. El diplomático al perder todo, entregó “El origen del mundo” al Hotel Drouot de París. El barón Ferenc Hatvany adquirió la pintura en la galería Bernheim-Jeune en París, que luego le fue sustraída por el ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial. El barón logró recuperar la pintura y la llevó de nuevo a París, donde se vendió por 1,5 millones de francos al psicoanalista Jacques Lacan. El Museo de Orsay adquirió en 1995 “El origen del mundo” que aun pertenecía a la colección Lacan. El origen del mundo inició un escándalo que duró desde su realización en 1866 hasta 1995 cuando la pintura fue expuesta y mostrada al público en el Museed’ Orsay. Este escándalo no nos sorprende particularmente, ya que la civilización occidental siempre ha considerado la representación explícita de la sexualidad masculina y femenina como un verdadero tabú, relegando las imágenes al campo pornográfico. Las pinturas y esculturas siempre han representado cuerpos desnudos, pero sin detenerse nunca en los detalles anatómicos. En “El origen del mundo”, los colores de la tez son precisos y la piel se representan con varios tonos de color ámbar. El cuerpo del modelo se ilumina frontalmente y las sombras que se crean en los bordes de la tela resaltan el contorno de la figura. El torso de la figura está en primer plano, la profundidad de la escena se ve cancelada por el fondo oscuro monocromático. La perspectiva de la figura hace que el observador esté muy cerca del sujeto y sugiere un intercambio íntimo del espacio que alberga la figura del modelo, la sensación, para el espectador, es estar dentro de la obra.
Recordemos que en los mismos años en que Courbet pintó “El origen del mundo” las primeras imágenes fotográficas eróticas comenzaron a difundirse. En particular Auguste Belloc, un fotógrafo francés que en 1860 hizo algunas fotografías que recuerdan la vista en perspectiva adoptada por Courbet, quien pudo inspirarse en estas imágenes.
El “origen del mundo” representa una interpretación provocativa y valiente del tema definido como “desnudo femenino”, este tema ha sido objeto de representación desde tiempos prehistóricos. Con el tiempo, representar el desnudo femenino se ha codificado de acuerdo la sensibilidad de la cultura perteneciente, para evitar conflictos con la moral ética y religiosa.
En el siglo XIX, en Francia se permitía la representación del cuerpo desnudo femenino si se contextualizaba con referencias clásicas, por ejemplo, las pinturas de William-Adolphe Bouguereau. Courbet creó una ruptura con esta tradición al proponer figuras femeninas en contextos cotidianos. Estas imágenes fueron de gran impacto en la burguesía parisina. Courbet continuó representando desnudos femeninos con temas explícitamente eróticos a lo largo de su carrera artística.
En los últimos años se han hecho varias hipótesis sobre quien fue la modelo de “El origen del mundo”. Según el historiador Claude Schopp la modelo es Constance Queniaux, bailarina de la Opera de París. En la época de la realización de la pintura la bailarina con 34 años estaba retirada y era la amante del comisario de la obra, Khalil Bey.
La mayoría de los historiadores, incluyendo el experto en Courbet Jean-Jacques Fernier, indican a Joanna “Jo” Hifferman, esposa del pintor James Whistler y más tarde esposa de Courbet. Hifferman es la modelo de cuatro pinturas tituladas “jo, la belle irlandaise”, pintadas por Courbet entre 1865 y 1866.
Aunque sin verificación documentaria e histórica, una hipótesis propone que la pintura es el resultado de un corte del lienzo que carece de la parte superior. En 2010 un coleccionista de arte adquirió una pintura que representa la cara de una figura femenina reclinada, algunos especularon que podía ser un retrato de Jo Hifferman, debido a su cabello color rojo. Sin embargo, los expertos niegan que esa pequeña pintura sea la parte superi or de “El origen del mundo”.