El otro holocausto

El otro holocausto

El otro Holocausto.

Estamos atrapados en el juego perverso de las justificaciones inmorales, de la falsa legitimación y del cinismo del poder. Nada, absolutamente nada, justifica el crimen, el bombardeo, el asedio de ciudades y pueblos, el asesinato de civiles por un ejército o una milicia armada, el castigo colectivo. Los crímenes de Israel contra la población palestina no justifican los crímenes de Hamás contra la población israelí. Como tampoco los crímenes de Hamás contra la población israelí justifican los crímenes de Israel contra la población palestina.
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Nada justifica la expulsión, el desplazamiento forzado de cientos de miles de personas por temor a morir aplastados o descuartizados por las bombas, el corte de servicios básicos -el agua, la luz, el gas, los alimentos, las medicinas-, el asedio a hospitales y escuelas, el ataque a campos de refugiados. Nada justifica el horror de esta agresión criminal, ni los ataques aéreos diarios, ni los bombardeos despiadados, indiscriminados y deliberados contra civiles gazatíes de todas las edades. Lo que está sucediendo ahora mismo, a la vista de todos, ante los ojos del mundo, se llama genocidio, crimen de guerra, limpieza étnica.
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Lo que está sucediendo ahora mismo, ante nuestros ojos, es el peor de los horrores posibles. Es el infierno en la tierra. Un pueblo entero bombardeado feroz e incesantemente por una potencia militar ocupante. Lo que está sucediendo hoy, en este instante, es moralmente peor que cualquier horror del pasado y es comparable al genocidio nazi contra los judíos. Y lo es porque está sucediendo ahora y en tiempo real, ante los ojos del mundo entero, con el conocimiento de todos, con prensa, radio, televisión, redes sociales, en un mundo informado, comunicado e interconectado; y está sucediendo hoy, ochenta años después y con toda la conciencia del holocausto, conscientes del horror, de la matanza de inocentes, de la masacre de niños, del asedio criminal, del castigo colectivo, de la limpieza étnica. Los campos de concentración nazis permanecieron ocultos para el pueblo alemán. Los nazis filmaron sus atrocidades, las archivaron y las mantuvieron en secreto. Se revelaron solo después de la derrota. Esto de ahora ocurre con todo el cinismo y la arrogancia de un Estado canalla, de un imperio cómplice, de un Occidente hipócrita y falso, y de una “comunidad internacional” impotente.
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Ni Estados Unidos, Ni Europa, ni Occidente, ni Israel tienen nada que enseñarnos ya. Ninguna enseñanza moral, ninguna ética de la convivencia humana. Ya lo han enseñado todo. Se han deslegitimado por completo, sus narrativas se han desfundado y desfondado, sus viles mentiras se ventilan y todos las conocemos. Carecen por completo de autoridad ética y moral. Esa misma Europa gobernante de doble moral que calla o aprueba el bombardeo criminal de la Franja de Gaza por el ejército israelí “para acabar con Hamás”, nunca callaría ni aprobaría el bombardeo del País Vasco por el ejército español para acabar con la ETA, ni el bombardeo de Irlanda del Norte por el ejército británico para acabar con el IRA.
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Masacrar palestinos en Gaza o Cisjordania. La perversidad sionista no conoce límites, pues goza de total impunidad internacional. Las declaraciones públicas de políticos, ministros y militares israelíes son escandalosas y ofensivas a la conciencia humana. Hace algunos años, en una de las tantas “operaciones militares”, un político israelí sugirió bombardear Gaza cada dos años. Así de simple: bombardearla, sin importar motivo, de forma preventiva. Bombardearla como fogueo, como ejercicio, para no perder la costumbre o para probar nuevas armas.
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“Plomo Fundido” (2008-2009), “Pilar Defensivo” (2012), “Margen Protector” (2014), “Guardián de los muros” (2021), “Escudo y flecha” (2023), “Espadas de hierro” (2023). Seis nombres de lo mismo: terrorismo de Estado. Bombardear sin piedad Gaza y reprimir brutalmente Cisjordania.
El pueblo palestino sigue poniendo la inmensa mayoría de los muertos.

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“Nacido en Gaza” es un documental de Netflix que expone, sin denuncia vocinglera, todo el horror de la vida de los niños de Gaza bajo la agresión israelí. En Gaza hay toda una generación que ya ha vivido y sufrido en carne propia seis guerras. Hay cientos, miles de niños que sufren de depresión, niños con ideas suicidas, niños que dicen querer morirse, niños sin niñez. Los que no ha asesinado el ejército israelí, los que quedan, son niños huérfanos, o heridos, o mutilados, o desplazados, o depresivos, o suicidas, o futuros combatientes, o potenciales “terroristas de Hamás”. Son los sobrevivientes del horror.
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Los crímenes de Hamás contra ciudadanos israelíes son condenables. Ningún ser sensato se atrevería a negarlos. Pero ahora esos crímenes palidecen frente a la masacre perpetrada por el Gobierno israelí. Israel es hoy un Estado canalla y un régimen de apartheid que solo merece el repudio universal por sus atrocidades y sus crímenes contra los palestinos. El imperio que le apoya, le financia y le arma es cómplice y solo merece la repulsa global. Ese imperio decadente proporciona las armas con las que Israel masacra a niños, mujeres y ancianos. Y eso le hace responsable de la tragedia palestina.
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La estrategia unilateral estadounidense-israelí de reordenamiento del mapa de Medio Oriente está destinada a fracasar. Un nuevo Medio Oriente no será posible si se sigue ignorando el reconocimiento de las aspiraciones legítimas de los palestinos. La tragedia palestina es una herida abierta, un sangrado permanente para la humanidad, y un cáncer para el mundo árabe y musulmán. Cualquier intento de una nueva “arquitectura” geopolítica, cualquier posible acuerdo de paz para la región, pasa necesariamente por la solución definitiva del problema palestino. Esto significa: crear un Estado palestino libre, independiente y soberano, establecer fronteras claras (las de 1967), con instituciones y fuerzas del orden propias, permitir el retorno de los refugiados (millones de palestinos dispersos en países árabes vecinos y otros países) y declarar a Jerusalén Este como capital del futuro Estado.
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Leo a un autor de mi generación, nacido en Telaviv, en 1963: Gilad Atzmon, escritor y músico de jazz israelí nacionalizado británico. Asumiendo el coraje de decir una palabra vital, Atzmon le ha planteado las preguntas esenciales a sus compatriotas: “¿Cómo es que un pueblo que ha sufrido tanto y durante tanto tiempo puede infligirle tanto dolor al otro? ¿Cómo pueden los sionistas, que están motivados por un genuino deseo de regreso, estar tan ciegos cuando se enfrentan a un deseo similar por parte del pueblo palestino?».

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