El padecimiento crónico e incurable de los dominicanos

El padecimiento crónico e incurable de los dominicanos

Fabio Herrera Miniño.

No se trata de una secuela derivada de la pandemia del covid-19 o un remanente de un sida aposentado en los genes de la población, sino de un mal que resucitó y se agravó cuando el país se liberó de su última dictadura en 1961.

Por espacio de 31 años, las pasiones dormidas en la actividad política, habían estado inactivas. Era un estado inaguantable para el espíritu levantisco criollo que no aceptaba tranquilamente la dictadura que le había sido impuesta desde 1930.

La ocupación norteamericana, que había durado 8, años había terminado en 1924. Era entonces un país pacificado y desarmado. Esto permitió al Gobierno de Horacio Vásquez dominar por casi seis años, tratando también de prolongarse en el poder. No sabía ni conocía la fiera que estaba en gestación y solo esperaba una oportunidad para sobresalir y hacer de las suyas con un plan concebido desde un tiempo atrás, quizás cuando todavía la ocupación estaba en sus buenas tal como ocurrió a partir de 1930 que se afianzó desde el primer día con el abominable crimen de San José de las Matas de los esposos Martínez Reyna.

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Las pasiones, ambiciones y codicia de los llamados políticos dominicanos junto con los pocos que llegaron del exilio que esa vez no eran muchos. Después hubo un aumento vertiginoso de la población proscrita de su tierra. Se despertaron esas pasiones y hasta fue una hecho del destino que la lamentable guerra civil de 1965 fuera necesaria para aplacar pasiones y ambiciones. Se trató de llevar a la racionalidad las ambiciones políticas. Todas estaban marcadas por las desaforadas ambiciones de los políticos empeñados en arrasar con los recursos del Estado.

Desde 1961 el escenario político ha estado animado por las rencillas de la clase política, la cual si no corre vuela con tal de estar cerca de quien ostente el poder si no son ellos mismos. Hemos visto desfilar como legisladores los tipos mas extravagantes, mafiosos e ineptos que se pudiera tener en mente para que nos dirijan y desde ese horno de la incuria salen las hazañas que dejan reducidas al olvido los que ahora exhiben sus riquezas muy escrutadas en estos tiempos de persecución implacable judicial que trabaja sin pausa pero trabajando sin prisa para conformar sólidos expedientes para que a los fiscales no se les caigan cuando llegue al escrutinio de los jueces. Los acusados buscan un amortiguamiento que impidan armar el voluminoso expediente acusatorio que con mucha sustancia y veracidad para que prevalezcan de que en el país se combate eficazmente los actos dolosos en contra del patrimonio público.

Ahora pretenden comprar la absolución parcial con delaciones premiadas o devolver parte del dinero robado. Ese tipo de confesión provocan un agravio para los delatores que pierden la poca honra que les quedaba frente a sus comunidades. Tendrían que salir desde ahora con una funda cubriéndose la cabeza lo cual no harán. Y es que la norma local de la comunidad a todos los niveles es recibir a esos delincuentes de cuello blanco con todo el reconocimiento y volver a compartir con esas personas manchadas por el peculado comprobado cometido contra los bienes del estado.

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