La música dominicana pierde a una de sus embajadoras romántica con la muerte de la leyenda del bolero, Lucía Félix del Orbe (91), tras batallar con complicaciones de salud, entre ellas algunas derivadas de la enfermedad de Alzheimer.
El maestro Rafael Solano, con quien la artista romántica trabajó durante un largo tiempo, fue una de las últimas personas que la escuchó cantar antes de morir, porque como un acto de solidaridad y de cariño solía visitarla.
“Yo la iba a ver con frecuencia. Una vez fui a verla con un pianito y cantamos juntos. Me conoció”, recordó con cierto halo de nostalgia, al tiempo de expresar que en ese momento Lucía lo reconoció y bromeó haciéndole saber que no estaba tan mal.
Al conversar con Rafael Solano, quien tenía conocimiento de que la cantante recibió buenas atenciones en el asilo donde residía, manifestó que su salud se complicó mucho en los últimos años.
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“Ella tenía una voz dulce para cantar las canciones románticas, de amor, y eso le gustaba mucho a la gente”, corroboró y a la vez explicó que esa fue la razón principal por la que Lucía Félix colaboró con él durante un buen tiempo en su orquesta.
Los restos de Lucía Félix fueron expuestos en la capilla “La Paz” de la Funeraria Blandino, de la avenida Abraham Lincoln, el sábado hasta el mediodía, y luego la familia se dispuso a realizar el proceso correspondiente para fines de cremación.
Lucía Félix inició su carrera en La Voz Dominicana, donde se desarrolló artísticamente. Se destacó como bolerista en solitario y también trabajó en orquestas.
Aunque al momento de su muerte ya estaba fuera de los escenarios por su avanzada edad y los achaques de su enfermedad, resaltan en su biografía boleros icónicos como “Casita de Campo”, “Incógnita”, “Ay no, no, no”, entre otros más.
De su parte, la también cantante María Antonieta Ronzino recordó que “Lucía y yo mantuvimos una entrañable amistad por muchos años. Era una mujer correcta, buena artista y buena madre. Y una cantante de lujo, con una bella voz afinada y muy cálida. Siempre iba donde ella, con mi presencia le testimoniaba mi cariño».
A Lucía Félix le sobreviven dos hijas, Josselyn y Germania, ambas residentes en Estados Unidos.
Durante el desarrollo de su carrera artística compartió escenario con destacadas figuras, como Elenita Santos, Milagros Lanti, Guarionex Aquino, Papa Molina y Tirso Guerrero, dejando un legado imborrable en la música dominicana.
Los que conocieron de cerca el trabajo de Lucía Félix lamentan la pérdida de un ser humano caluroso y el desvanecimiento de una voz que le dio vida al romanticismo, cuando el panorama musical local era una especie de vehículo para expresar el amor, la pasión y el dolor sanamente, fortaleciendo los lazos humanos de la sociedad de manera empática.