Ciudad del Vaticano. El papa Francisco conversó hoy con 400 niños italianos, afectados por el siniestro del puente Morandi de Génova (norte) y las inundaciones de Cerdeña de 2013, y hubo también algunos procedentes de barrios de Nápoles, golpeados por la delincuencia.
El acto formó parte del proyecto conocido como “El tren de los niños”, una iniciativa impulsada por la organización Cortile dei Gentili, una estructura del Consejo Pontificio de la Cultura, que traslada al Vaticano a menores para que puedan conocer y conversar con el papa.
En esta séptima edición, los niños procedentes de Génova viajaron en tren hasta el puerto de Civitavecchia, donde recogieron a los pequeños que llegaron en barco desde Cerdeña.
Después fueron hasta Roma Termini, donde se unieron a los que venían de Nápoles, y juntos viajaron en un tren de alta velocidad de la compañía pública ferroviaria hasta la estación del Vaticano, situada a pocos metros de la Basílica de San Pedro.
Una vez allí, atravesaron los jardines vaticanos para llegar hasta el patio de San Damaso en el palacio apostólico, donde esperaron la llegada del papa Francisco, que les saludó cariñosamente y conversó con ellos durante una hora sobre sus problemas y sobre sus inquietudes.
En un clima distendido, los niños pudieron preguntar a Francisco cómo era Jorge Bergoglio cuando iba al colegio, cómo decidió entregar su vida a la religión o qué hace cuando quiere hablar mal de alguien, algo a lo que el papa respondió dándoles su secreto.
“Yo tengo una receta infalible, una receta para no hablar mal de los demás. ¿Queréis que os la diga? Estad atentos- cuando te vienen las ganas de hablar mal de los demás, muérdete la lengua. Fuerte, fuerte. Así la lengua se hincha y no podrás hablar”, contó.