En un año marcado por el coronavirus -como fue el 2020-, el Sumo Pontífice brindó unas palabras este viernes luego de que el Vaticano cancelara su visita al portal de Belén por la pandemia. La medida se tomó para evitar aglomeraciones.
En su homilía, el papa argentino expresó que “la pandemia aumentó el desconcierto en todo el mundo, pero hemos reaccionado. Hemos reaccionado con sentido de responsabilidad solidaria gracias a Dios”.
“No se puede celebrar la Navidad sin asombro pero un asombro que no se limita a una emoción superficial. El centro del nacimiento de Cristo es que el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”, manifestó.
Y siguió: “La Virgen es la primera testigo, la más grande y la más humilde. Su corazón está lleno de asombro. El asombro cristiano no procede de los mundos fantásticos, sino del misterio de la realidad: una flor, una historia de vida, el rostro de un niño… El misterio aparece ahí”.
También expresó: “No estamos solos. El padre envió a su hijo para redimirnos de la esclavitud del pecado y devolvernos la dignidad”, enfatizó.
Por último, se refirió a la ciudad de Roma. “En Roma todos se sienten como hermanos porque todos se sienten como en casa. Esta ciudad tiene una apertura universal. Es la ciudad universal. Hoy la Madre María nos muestra al niño, nos sonríe y dice: ´Él es la vida. Síganlo, tengan confianza, él no decepciona´”, concluyó.
El miércoles, el papa se había referido a la realidad de la migración actual al decir que es “un escándalo social de la humanidad” ante la cual “no podemos cerrar los ojos”. Y consideró a los migrantes víctimas de “la prepotencia y violencia de los poderosos”, como “le sucedió a Jesús” al recordar la huida de la Sagrada Familia a Egipto.
Hoy “se necesita una oración por todos los migrantes, todos los perseguidos y todos aquellos que son víctimas de circunstancias adversas, sean políticas, históricas, personales. Pensemos en tantas víctimas de la guerra que quieren huir de su patria pero no pueden”, dijo Francisco en la audiencia general.
“Pensemos en los migrantes que empiezan ese camino para ser libres y muchos terminan en el camino o en el mar. Pensemos en Jesús en los brazos de José y María huyendo y veamos en Él a cada uno de los migrantes de hoy. Esta es una realidad de la migración de hoy ante la cual no podemos cerrar los ojos. Es un escándalo social de la Humanidad”, añadió.
El pontífice consideró a San José como “un migrante perseguido y valiente”, dijo que su familia sufrió “humillación (…), precariedad, miedo y dolor” y que “todavía hoy muchos hermanos y hermanas nuestros se ven obligados a vivir la misma injusticia y sufrimiento. La causa es casi siempre la prepotencia y la violencia de los poderosos”.
Luego se refirió a Herodes, quien, “trastornado” por la noticia del nacimiento del “rey de los Judíos” sintió “su poder amenazado” y “concibió un malvado plan: matar a todos los niños de Belén de menos de dos años”.
“La huida de la Sagrada Familia a Egipto salva a Jesús, pero desgraciadamente no impide que Herodes lleve a cabo su masacre”, continuó Francisco, que ve en ese rey “el símbolo de muchos tiranos de ayer y de hoy; es el hombre que se convierte en ‘lobo’ para los otros hombres”.