Se ha dicho que en muchos casos el enemigo más grande que pueda tener una persona es ella misma.
Esto ocurre cuanto constantemente se autocritica y siempre sale considerándose limitado, incapacitado y muy poquita cosa.
Por eso no emprenden grandes proyectos, no hablan con firmeza y temen asumir cualquier posición o cargo de cierto nivel.
Mientras esto ocurre consigo mismo, por el otro lado estas personas colocan a los demás en un pedestal sumamente elevado.
El problema psicológico se va tan lejos que llegan a tener temor del que consideran mucho más alto; llámese jefe, autoridad o figura famosa.
Este es un gran problema.
Nunca se debe confundir el respeto o admiración que siempre se debe tener hacia alguien con lo que es el temor.
El miedo es un comportamiento insano, paralizante y muy perjudicial para la relación.
Desgraciadamente hay individuos con el poder de influir en los demás que no solo se aprovechan de esta condición, sino que la explotan al máximo.
La psicología del liderazgo moderno se apoya mucho en el dominio del individuo, tanto en el campo político, empresarial como religioso.
A los jefes o líderes les fascina sentir que tienen un poder muy grande sobre los demás.
Los recursos que utilizan para su reforzamiento son muchos.
Estos van desde poner a los demás a esperar, amenazar, narcisismo, hacer promesas, ofrecer cosas e, incluso, tener una oficina decorada de forma tal que la silla del visitante sea mucho más pequeña y humilde que la del jefe.
Es un entorno que hace pensar en que quien lo ocupa es una figura grande y de enorme influencia en los demás.
Usted debe tener conciencia de esa realidad para evitar ser aplastado.
No vaya más allá del respeto.