¿Puede el periodismo decir la verdad? Siempre ha sido este uno de sus objetivos expresos. Hay muchos otros que ocupan más tiempo en los medios, incluyendo el entretenimiento, la rentabilidad y la creación de celebridades. Pero decir la verdad debe ser el patrón oro del periodismo.
¿Es posible creer en la verdad periodística después que la BBC, un servicio de radiodifusión que se contempla como uno de los más objetivos del mundo, fuera acusado esta semana por distorsionar los hechos? ¿Falló el medio, condenado en el informe Hutton, porque no dijo la verdad? La respuesta a estas dos preguntas, para los periodistas de todo el mundo es sí.
En realidad, la verdad es la cumbre del periodismo hasta la cual pocos ascendemos con frecuencia. Pudiéramos, por supuesto, esforzarnos más.
Cuando hablamos de la verdad, con frecuencia apelamos al ensayo de John Stuart Mill Sobre la libertad, que defiende que la verdad surgirá del choque de opiniones. Mill no vivió hasta ver cómo la televisión manipula esa proposición. En el choque de opiniones, en los estudios de los medios de las democracias ricas, políticos y periodistas se ladran unos a otros. Sus opiniones chocan, pero pocas veces la verdad surge como resultado natural. En la mayoría de estos encuentros el público está invitado implícitamente a juzgar, no el tema tratado, sino la actuación.
La segunda norma del periodismo es la investigación: para eso, el texto sagrado es Los hombres del presidente, el libro y la película de Bob Woodward y Carl Bernstein sobre el descubrimiento de la corrupción en el corazón de la presidencia de Nixon. Este fue un momento importante. La investigación trajo medidas de justicia o reparaciones, y provocó reformas. Sin embargo, estas historias pudieran ser engañosas: es bueno si la extraordinaria diligencia de los señores Woodward y Bernstein resulta imitada. Malo en el caso de la BBC, desastrosa cuando una parte pequeña, y quizás cuestionable, de una narración mayor se confunde con la revelación de que el sistema está podrido.
Hay un tercer tipo de verdad que se puede buscar a través de los medios: mediante la explicación de contextos, utilizando herramientas racionales de observación e indagación. Para el trabajo diario, esto es tan esencial como lo son el debate y la investigación para el mantenimiento de una ciudadanía informada. Y esta tiene que ser la razón que más obliga a mantener un medio financiado públicamente, controlado por el Estado, como la BBC.
El choque de opiniones es necesario para dar a conocer la opción democrática, al igual que lo es el buscar debajo de las piedras. La indagación racional y la exposición son la tercera pata necesaria para el equilibrio. Aún así, esta tercera forma de decir la verdad, a menudo la más valiosa, se ve menos ahora que antes, al menos en Europa. La pasión por explicar se siente solo en unas pocas organizaciones mediáticas. Se ofrece muy escasamente en los canales de la televisión puramente comercial. La televisión pública es el último recurso del periodismo objetivo: pero corre un riesgo cada vez en mayor..
La BBC, que había liderado al mundo con el aporte de la televisión explicativa, se ha desviado de esa vía para concentrarse en el choque que se produce en los estudios. De manera creciente, se ha inclinado hacia el volteo de piedras, o a las revelaciones sensacionales, en este caso, el esquema dentro del cual el reportero Andrew Gilligan hizo su ahora notoria acusación de que el gobierno había mentido a sabiendas en la creación del expediente Irak.
El señor Gilligan tuvo en sus manos los inicios de un material periodístico, como lo tuvieron otros: un hilo que si se hubiera halado hábilmente pudiera haber revelado mucho sobre la toma de decisiones del gobierno británico en la preparación de la guerra contra Irak. Sin embargo, esto no se explicó mediante lo que posteriormente se descubrió era un referencia inexacta de lo que creía uno de los semi enterados (David Kelly) de lo que pudo haber ocurrido. Esos elementos iniciales son comprensibles solo con una explicación plena del contexto. Se necesita tiempo para hacer y observar, o leer; pero funciona como un tipo de patrón oro al cual el público se pueda referir.
Ese tipo de periodismo es el opuesto del periodismo pro sistema o pro gobierno. Asume la responsabilidad de tratar de decir toda la verdad. Significa ganar una comprensión independiente del mundo. La BBC está entre los pocos medios del mundo que puede movilizar los vastos recursos necesarios para esta labor. Al hacerlo, en ocasiones va a coincidir con los puntos de vista de las autoridades, y en otras expondrá puntos inconvenientes para ellas. Si no es así, la BBC siempre estará asustada porque no está realizando la labor que los ciudadanos que le pagan tienen derecho a esperar.
Los líderes de la BBC tomaron la senda equivocada, cayeron sobre sus propias espadas. Ese camino pudiera estar abierto ahora a un periodismo que ilumine el mundo de forma consistente, en lugar de darnos imágenes sensacionales esporádicas en medio de las tinieblas circundantes. Si lo intenta, la BBC podría volver a ser el modelo para el mundo.