Los más grandes escándalos de corrupción de la historia del país, y con una frecuencia espantosa en el tiempo, se han sucedido en los gobiernos del PLD, sin que haya consecuencias de ninguna especie para ningún funcionario envuelto en esos episodios manchados por la corrupción.
Si nos remontamos a los orígenes del PLD por los años 70’s, revestido éste de unos criterios éticos y morales casi dogmáticos y cubierto bajo el crisol de uno de los más conspicuos líderes de la nación como lo fue el profesor Juan Bosch, con estilo de vida austero, frugal; intransigente en sus valores y principios de honestidad, pulcritud y decencia, jamás nos podríamos imaginar que sus discípulos hoy estuviesen embarrados del cáncer de la corrupción.
El país ha visto y vivido con mucho dolor, preocupación, frustración e indignación los escándalos de la Sun Land, INAPA, CORDE, Edificio Administrativo de la UASD, Ascensor del Minerd; Proyecto Habitacional José Contreras, OISOE, Tucanos, Hospital Darío Contreras, Los Tres Brazos, Bahía de las Águilas, ODEBRECHT y Punta Catalina, sin que haya un mínimo de sanción y castigo ni tampoco haya un preso purgando alguna pena en las cárceles del país.
Peor aún, los gobiernos del PLD han minado la autonomía de los poderes del Estado. Han creado un gobierno hipertrofiado, clientelar y parasitario, con unos niveles de impunidad sin precedentes en los casi doscientos años de fundada la República.
El PLD en la actualidad atraviesa por una profunda crisis en su núcleo. el partido de cuadros, con ideología, doctrina y mística, en otros tiempos, ha pasado a ser un monstruo en el que sus principales líderes están enfrascados en pugnas y confrontaciones. No se percibe un líder que aglutine a todo su conglomerado. Es inminente su división o fraccionamiento, solo los unirá el poder, la impunidad y la corrupción.
Otra cosa que le permitiría negociar su unidad interna es por la potencial amenaza del surgimiento de un nuevo gobierno que tenga voluntad política, firmeza, responsabilidad y determinación para castigar, perseguir y sancionar sus actos de corrupción y la impunidad que mantienen sus gobiernos.
La crisis del PLD es de tal magnitud que ya no se tapan los trapos sucios como antes, sino que el país y toda la opinión pública está absorta viendo los encontronazos, los dimes y diretes, las descalificaciones y enconos entre funcionarios, dirigentes y lideres al más alto nivel.
De todos los escándalos de corrupción en los que ha estado envuelto el PLD y su gobierno el que más lo ha estremecido es el caso Odebrecht y Punta Catalina, pues éste lo ha desmoralizado y lo ha conmovido desde sus cimientos mismos.
Si tuviésemos un Procurador y un Poder Judicial independiente, con la magnitud del entramado mafioso que ha movido la combinación de complicidad gobierno-Odebrecht, hoy tendríamos medio gobierno tras las rejas desde su más alto nivel.
Hoy día el PLD y el Gobierno encabezado por Danilo Medina está en una tremenda encrucijada, en un torbellino; pudiéramos decir que verdaderamente están en el ojo del huracán.
Un gobierno acusado de recibir ciento treinta millones de dólares en sobornos; un gobierno que decidió tener cercano al Palacio Nacional el departamento de operaciones estructuradas o departamento de soborno; que uno de sus dirigentes dice que tres miembros del comité político son presos de Danilo Medina; que un miembro del comité político dijo recibir recursos para las campañas del 2008, 2012 y 2016; un gobierno cuyo Ministro de Obras Públicas y Secretario de Finanzas del PLD afirmara que el dinero que le atribuye el Ministerio Público por enriquecimiento ilícito y lavado de activos pertenecía a una cuenta del PLD; cuyo Secretario de Organización es señalado por Estados Unidos de tener una fortuna de RD$ 84,000 MM. y un gobierno que recibió sobornos, sobreevaluaciones de obras millonarias y financiamientos para las campañas del PLD, es para preocuparle profundamente y estar en un estado de shock y sentirse verdaderamente que está en el ojo del huracán.
Ante todo este marasmo, panorama sombrío y tétrico que vive ese partido y su gobierno, al país no le queda otra alternativa que la movilización social en las calles para pedir castigo a los corruptos de este y otros gobiernos y hacerlo con irrestricta voluntad para desplazar de manera definitiva del poder político al Partido de la Liberación Dominicana.