El expresidente Danilo Medina Sánchez sigue maniobrando tras bambalinas para asegurarse que continuará al timón del PLD no obstante su anuncio de que se apartará para facilitar que sea una nueva dirección la que dirija el proceso de relanzamiento del partido morado, que luego del descalabro en que lo dejó el pasado proceso electoral, donde apenas alcanzó el 10% de los votos, atraviesa por una asordinada crisis interna que como candelita de basurero está quemando en silencio y por debajo, pero solo a la espera de un golpe de oxígeno que desate el gran incendio y se produzca la división que algunos están anunciando.
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Esa capacidad de maniobra del habilidoso titiritero que es el exmandatario hay que atribuir la carta, firmada por 43 de los 45 miembros del Comité Político, que le ofrecen de esa manera su apoyo para que continúe siendo el “presidente, líder y guía” de esa organización tras concluir la celebración del X Congreso Ordinario Reinaldo Pared Pérez. Entre los firmantes de esa carta aparecen los miembros de la vieja guardia peledeísta, también conocidos danilistas, gente que lo ha acompañado durante mucho tiempo que le deben todo lo que son, y no solo políticamente hablando; pero también de la nueva generación, de los jóvenes llamados a tomar el relevo y a- provechar la coyuntura para hacerse su propio espacio político para convertirse en los nuevos rostros del PLD.
Pero no habrá “un nuevo PLD” que reconecte con el electorado que hizo posible que gobernara durante tres períodos consecutivos mientras la principal cara de ese partido sea al ajado rostro, lacerado por los estragos del poder y sus insidias, del expresidente Danilo Medina. Y como eso lo entiende hasta un niño de teta, me inclino a pensar que Carlos Amarante Baret, que al igual que Domingo Contreras no firmó esa carta de abdicación, tiene razón al atribuir al miedo el que muchos miembros de la dirigencia del PLD continúen aplaudiendo y celebrando todo lo que diga el César, insustituible y único.