Moisés extendió su vara hacia el cielo, y Jehová hizo tronar y granizar; el fuego se descargó sobre la tierra, y Jehová hizo llover granizo sobre la tierra de Egipto. Hubo, pues, granizo, y fuego mezclado con el granizo, tan grande cual nunca hubo en toda la tierra de Egipto desde que fue habitada. Éxodo 9: 23-24.
El enemigo nos engaña tan fácilmente que sin darnos cuenta se nos olvida el poder de Dios, el cual es incuestionable, porque Él es tan grande y tan poderoso que dice Su Palabra que los cielos truenan cuando se hace sentir.
Dicho enemigo tiene poderes, pero no tiene el Poder, y no podemos dejarlo confundirnos. Su poder es limitado, y el que tiene es porque nosotros se lo damos al llenarnos de incredulidad, crítica, rencor, injusticia; si lo que queremos no se cumple, o se tarda.
Cuando los sueños se alejan, nos deprimimos y damos lugar a una serie de pensamientos que hacen que nos olvidemos del Poder de Dios. En estos momentos es necesario que recordemos la Palabra donde muestra cómo se manifestó a ellos. El pueblo de Dios estaba en esclavitud y sus sueños de ser libres habían desaparecido, pero Dios respondió con todo Su Poder haciendo caer granizo sobre todo Egipto. Faraón, al ver esto, pidió a Moisés que hablase con Dios para que cesaran los truenos y la granizada, porque él estaba dispuesto a dejarlos salir de Egipto.
No pensemos que lo nuestro será imposible, porque Dios hará que Faraón se incline y reconozca el Poder del que nos llamó, desapareciendo para siempre todos los yugos de miseria, enfermedad, muerte y prisión que había sobre nosotros.