Parte I
No hace tanto tiempo, la mayoría de los procesos de fabricación eran ‘sustractivos’, es decir, porciones de la materia son eliminadas para poder crear el producto final deseado. Ejemplo: realizar trabajos con madera, donde el material inicial es raspado, disuelto, mecanizado, entre otros procesos, sustrayendo poco a poco el insumo original. La impresión tridimensional (3D) revoluciona completamente la fabricación tradicional ya que utiliza un proceso “aditivo”. Por la manera en como son confeccionados los productos finales de una impresora 3D, a su impresión se le conoce, coloquialmente, de esta forma y está marcando el comienzo de una nueva era –caracterizada por flexibilidad, producción justo-a-tiempo y personalización.
En los últimos años, ocurrió un aumento repentino del interés del público por esta tecnología, que ha experimentado avances impresionantes. Las tecnologías de la plataforma de modelos 3D datan de hace más de 30 años. El 2012 es el primer año en el que sus impresoras se abarataron lo suficiente, posibilitando su utilización por pequeñas empresas y aficionados para la elaboración de distintos objetos.
Junto al Big Data, la impresión 3D alimenta la idea de la economía de la piraña: aquellas personas de menores recursos se apropian de industrias dominadas por las grandes empresas.
Simultáneamente, dos grupos de apoyo han evolucionado los servicios de impresión tridimensionales en línea, como “Shape Ways” y las comunidades de código abierto para el desarrollo compartido de sus diseños. Estos servicios hacen posible la creación, fácil y asequible, de artículos hechos en cualquier variedad de materiales. No obstante, al igual que muchas otras tecnologías en fase temprana, algunas de las predicciones podrían sonar descabelladas. Para el futuro mediato, las impresoras 3D fungirán como herramientas sofisticadas cuyos potenciales para el individuo serán descubiertos paulatinamente; poderosas en manos de aficionados dedicados, pero todavía frustrantes para el usuario inexperto.
Al igual que las impresoras láser y de inyección, las impresoras 3D producen piezas superponiendo varias capas de materiales distintos: plástico, filamentos de polímeros, metales e incluso partículas de productos alimenticios, modelando un diseño digital. Esto significa que la creación y la producción de objetos únicos en su clase no solo se vuelven más fácil, sino también económicamente viable.
Estos avances traen inevitables preguntas acerca de si las impresoras 3D podrán, eventualmente, ser tan ubicuas como impresoras de papel y sus efectos en la industria manufacturera. Pero cada vez son más asequibles y en un plazo relativamente corto (mínimo tres años), serán tan comunes como sus homólogas de dos dimensiones que encontramos frecuentemente en cualquier negocio u hogar. Esta revolución de los métodos de fabricación y su accesibilidad harán que la balanza de producciones entre el este y oeste se ajuste, puesto que la habilidad de poder imprimir un sinfín de objetos en cualquier lugar a costos mínimos reduce las ventajas comparativas de países con mano de obra barata.
No obstante, cualquier empresa con una cadena de suministro o un escaparate debe vigilar de cerca esta tecnología emergente, pues las oportunidades de negocio se hacen más evidentes ya que la impresión 3D podría facilitar la personalización masiva, desbloquear nuevas fuentes de ingresos a través de la producción bajo demanda al instante y ampliar el apoyo a productos que los consumidores compran en bajo volumen.
Los alcances de la impresión aditiva no se limitan a los aspectos manufactureros, se extienden a diversos campos científicos dentro de los cuales destaca la medicina, por esto es importante utilizar métodos adecuados para la educación de las nuevas generaciones para que estas puedan aprovechar las grandes oportunidades que nos brinda esta tecnología disruptiva. En la próxima entrega abordaremos la confección de siluetas de órganos, los lanzamientos de impresoras comerciales y los efectos inminentes sobre la población dominicana.