Parte II
En el artículo anterior, expusimos cómo la impresión 3D transformaría muchos de los paradigmas de la manufactura, migrando desde la producción en masa y escasa personalización hasta la personalización masiva en virtud de demanda. Así como la primera revolución industrial marcó el fin de inspiraciones artesanales, esta revolución abre paso a los artesanos versados en tecnología. Son tantas las oportunidades que presenta para la vida cotidiana que la firma Carbon 3D lanzó su primera impresora comercial en diciembre, mientras que HP tiene pautado hacerlo este mismo mes.
En concreto, la impresión aditiva es un ejemplo práctico de cómo la tecnología ayuda a compañías a brindar un trato personalizado a sus consumidores. Además, proporciona una plataforma que permite recopilar comentarios pertinentes de productos, y así realizar mejoras de manera eficiente e inmediata. Asimismo, estas impresoras reducen el tiempo y costo asociado de producción, abaratando el producto final y haciendo rentable la venta al detalle.
Staples y Amazon han lanzado sus primeros conceptos para servicios de impresión 3D que permiten fabricación bajo demanda de productos para clientes. La división de gas y petróleo de General Electric evalúan la producción de inyectores de combustible personalizados en metal impresos en 3D para sus turbinas de gas. Ford hace prototipos de piezas de automóviles (culatas, discos de freno, manijas de cambio y respiradores). Una empresa de California está, incluso, trabajando para construir casas con una impresora 3D que, montada desde un tractor-remolque, superpone capas de hormigón especial y construye paredes en pocas horas.
Debido al potencial de la producción 3D, Procter & Gamble, una de la más prestigiosas compañías de marcas del mundo, preventivamente eliminó 100 de las 300 marcas para concentrarse en aquellas altamente rentables y menos susceptibles a la competencia de la manufactura “aditiva”. Una breve lista de The Economist señala que los usuarios e impresores en 3D están trabajando fuerte en la manufactura de implantes médicos, joyas, botas de fútbol (diseñadas para cada pie de manera individual), piezas de autos de carreras, teléfonos móviles personalizados.
En suma, la adopción de la impresión 3D se está acelerando y preparada para un crecimiento masivo. De acuerdo con Wohlers Associates se estima que el mercado de la impresión 3D llegará a movilizar 6 mil millones de dólares para el año 2021. En el 2014, las ventas de impresoras 3D de tipo industrial representaron, en los EE.UU, un tercio del volumen de ventas de robótica y automatización industrial.
Tal como sucedió en el caso de los primeros días de la computadora personal o del Internet, todo el potencial de la impresión 3D es demasiado inmenso para comprender con plenitud. Sin embargo, hay muchas áreas en las que se está convirtiendo en sinónimo de oportunidades viables para re-clasificar las ventajas del campo de fabricación, ya que ayuda a impulsar el desenfoque de fuerza física-digital que la prestigiosa firma consultora Accenture ha identificado como “divisor clave de las industrias alrededor del mundo”. Ejemplos: riñones funcionales reproducidos a través de la impresión de tejidos, la creación de una membrana protectora del corazón para mantener el latido controlado y muchas aplicaciones en infinitas ramas, nos dan la idea de sus ventajas.
Todo esto, sumado al nuevo nivel de complejidad que representa la impresión aditiva, trae incógnitas hacia la fabricación en general. ¿Cuál es la combinación adecuada de los métodos tradicionales “sustractivos” con los nuevos enfoques aditivos? ¿Cuánto riesgo debería una empresa adoptar ahora, frente al riesgo que representa esperar?
Estamos, sin lugar a duda, en los albores de una nueva revolución manufacturera de sorprendentes dimensiones. Los países que la adopten prosperarán, y los que no se quedarán rezagados en el tercero y cuarto mundo. Esta situación extraordinaria la describen dos genios de la tecnología y la sociología: Alvin Toffler y Herbert Gerjuoy. Dicen: “Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no sepan aprender, desaprender y reaprender”.