Al cerebro en la vida actual lo han condicionado y auto-gratificado para los placeres del presente. Esa búsqueda insaciable por la inmediatez, el goce, los super placeres y lo visual, queda confirmada como una corriente filosófica donde el pasado y el futuro no forman parte de la realidad, ya que lo único que existe es el presente.
Las civilizaciones pasadas, los hombres y mujeres de siglos pasados aprendieron a base de sufrimiento y dolor, a organizar y almacenar para el futuro. Pero también, construyeron y formaron símbolos y organizaciones pensando en el futuro.
Ahora la comunicación digital, el mercado, el consumo y la tecnología nos han construido y nos han seducido para valorar el “aquí y el ahora”. El “Carpe Diem” que viene del latín, significa “Vive el momento” dejando constancia del valor incalculable, pero sin consecuencia de vivir el presente.
El presentismo es más que una corriente que se adueña de la vida de tantos seres humanos que la viven, pero que no tienen conciencia de los por qué, ni del coste ni de las consecuencias psicoemocionales. Temas como el cambio climático, el medio ambiente, el agua, energía limpia, invertir en el ser humano, crear las oportunidades para todos etc., han sido temas no consensuados, o desechables para el presentismo.
Literalmente, son tiempos de la visibilidad, de obtener resultados rápidos, de inflar el músculo, del ciclismo sexual, de ser noticia en las redes, de dar de qué hablar, aunque sea negativo, pero es mejor ser noticia que vivir en anonimato.
El mundo está patas arriba, las personas se niegan a conciliar el pasado o prevenir para el futuro. Prefieren existencialmente una vida corta pero intensa, de vanidad y de autoengaño, pero “vivir”, si es que a eso se le llama vivir.
El presentismo todo lo resuelve fácil, ahora se consume más ansiolítico y antidepresivos que otras décadas, se inyecta y se inhala más drogas que nunca. Pero también, se suicidan más y se vive el vacío existencial que la agonía de la segunda guerra mundial.
El covid-19 ha puesto en evidencia la necesidad de consumo, libertad y búsqueda de la agonía por el presente. El cerebro no comprende, o no puede frenar, posponer la auto- gratificación desmedida de vivir siempre en “verde”.
Ahora no hay pausa, no hay espacio ni tiempo para reflexionar; todo lo contrario, hay que vivir entretenido, distraído y en movimiento, a la velocidad de una sociedad que nos enferma.
El aprendizaje psicoemocional expresa que el exceso de pasado produce depresión y el exceso de futuro produce angustia y ansiedad. Pero, el presentismo qué deja, a qué se juega: irresponsabilidad, negociación, autoengaño y al vacío existencial. Además, a la crisis de identidad que es demasiado, desde lo personal y lo grupal.
Las víctimas del presentismo son millones de personas. El presente se debe vivir y planificar, priorizar y enfocarse de forma equitativa. El enfoque debe ser integral: trabajar, estudiar, ahorrar, disfrutar, conocer, aprender, madurar, ser responsable, viajar, reír, bailar, leer, compartir, soñar, razón de existir y resistir para lograr vivir de forma decente y humana.
La filosofía, la economía y la cultura han estudiado el concepto del presentismo. Sencillamente hay que discutirlo y verlo como una patología posmoderna que ha enfermado a millones de seres humanos.
Las civilizaciones pasadas, los hombres y mujeres de siglos pasados aprendieron a base de sufrimiento y dolor, a organizar y almacenar para el futuro. Pero también, construyeron y formaron símbolos y organizaciones pensando en el futuro.
Ahora la comunicación digital, el mercado, el consumo y la tecnología nos han construido y nos han seducido para valorar el “aquí y el ahora”. El “Carpe Diem” que viene del latín, significa “Vive el momento” dejando constancia del valor incalculable, pero sin consecuencia de vivir el presente.
El presentismo es más que una corriente que se adueña de la vida de tantos seres humanos que la viven, pero que no tienen conciencia de los por qué, ni del coste ni de las consecuencias psicoemocionales. Temas como el cambio climático, el medio ambiente, el agua, energía limpia, invertir en el ser humano, crear las oportunidades para todos etc., han sido temas no consensuados, o desechables para el presentismo.
Literalmente, son tiempos de la visibilidad, de obtener resultados rápidos, de inflar el músculo, del ciclismo sexual, de ser noticia en las redes, de dar de qué hablar, aunque sea negativo, pero es mejor ser noticia que vivir en anonimato.
El mundo está patas arriba, las personas se niegan a conciliar el pasado o prevenir para el futuro. Prefieren existencialmente una vida corta pero intensa, de vanidad y de autoengaño, pero “vivir”, si es que a eso se le llama vivir.
El presentismo todo lo resuelve fácil, ahora se consume más ansiolítico y antidepresivos que otras décadas, se inyecta y se inhala más drogas que nunca. Pero también, se suicidan más y se vive el vacío existencial que la agonía de la segunda guerra mundial.
El covid-19 ha puesto en evidencia la necesidad de consumo, libertad y búsqueda de la agonía por el presente. El cerebro no comprende, o no puede frenar, posponer la auto- gratificación desmedida de vivir siempre en “verde”.
Ahora no hay pausa, no hay espacio ni tiempo para reflexionar; todo lo contrario, hay que vivir entretenido, distraído y en movimiento, a la velocidad de una sociedad que nos enferma.
El aprendizaje psicoemocional expresa que el exceso de pasado produce depresión y el exceso de futuro produce angustia y ansiedad. Pero, el presentismo qué deja, a qué se juega: irresponsabilidad, negociación, autoengaño y al vacío existencial. Además, a la crisis de identidad que es demasiado, desde lo personal y lo grupal.
Las víctimas del presentismo son millones de personas. El presente se debe vivir y planificar, priorizar y enfocarse de forma equitativa. El enfoque debe ser integral: trabajar, estudiar, ahorrar, disfrutar, conocer, aprender, madurar, ser responsable, viajar, reír, bailar, leer, compartir, soñar, razón de existir y resistir para lograr vivir de forma decente y humana.
La filosofía, la economía y la cultura han estudiado el concepto del presentismo. Sencillamente hay que discutirlo y verlo como una patología posmoderna que ha enfermado a millones de seres humanos.
Son tiempos de la visibilidad, de obtener resultados rápidos
Hay que vivir entretenido y en movimiento, a velocidad
El mundo está patas arriba, las personas se niegan a conciliar pasado