Las mayorías aplastantes son, siempre, eso: maquinarias que se llevan todo por delante sin entender razones. Así lo hemos visto en el pasado con los otrora fortísimos Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y Partido de la Liberación Dominicana (PLD), que en su momento dominaron el Congreso Nacional para pena de todos.
Ahora le toca al Partido Revolucionario Moderno (PRM) llegar a ambas cámaras sin contrapeso alguno, con la posibilidad de hacer y deshacer cuanto quieran. Y eso es, democráticamente, un gran peligro.
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Ya sucedió, por ejemplo, cuando el PRD impuso se “hizo” su Junta Central Electoral (JCE) y su Cámara de Cuentas pero además modificó la Constitución de la República para introducir la reelección buscando que el expresidente Hipólito Mejía siguiera.
A partir del año 2006 el Congreso fue del PLD, lo que facilitó que los expresidentes Leonel Fernández y Danilo Medina reformaran la Constitución (tocando la reelección) y se endeudaran exorbitantemente, entre otras indelicadezas.
En el año 2020 el PRM capitalizó el voto castigo con una mayoría discreta. Esta vez, sin embargo, la mayoría es brutal: puede hacer lo que quiera. Ojalá, por RD, que el presidente Luis Abinader decida bien. Ahí está el espejo del PLD para entender.