La llegada del término del mandato del Dr. Milton Ray Guevara como juez y presidente del Tribunal Constitucional es ocasión propicia para reflexionar sobre su biografía y su rol al frente de esa alta corte. Lo hago sintetizando mi prólogo a su más reciente obra, que recopila sus votos particulares.
Ray Guevara es un académico por vocación, que enseñó Derecho Constitucional en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra en la dura época de la “dictablanda” del régimen de los Doce Años de Balaguer, sabiendo que, como decía su amigo, el profesor Jean Gicquel, “el derecho constitucional huele a pólvora”. La pólvora de los constitucionalistas que durante la Revolución de Abril de 1965 lucharon por la reinstauración del Gobierno democrático y constitucional de Juan Bosch, la pólvora contra los torturados, asesinados y desaparecidos de la Era de Trujillo y de la de Balaguer.
Es, además, político y estadista. Senador, embajador en Francia, secretario de Estado de Trabajo, autor de reformas fundamentales como el Código de Trabajo y la reforma constitucional de 1994, fundador, junto con Alejandro Grullón, de la Fundación Institucionalidad y Justicia y propulsor del sistema de seguridad social. Es iuspublicista completo, doctrinario del nuevo Derecho Público, con estudios de doctorado, experiencia profesional y pública en Derecho Laboral y Social; con una tesis precursora sobre la expropiación; y con numerosos artículos y libros abarcando los grandes campos del Derecho Público, del Derecho Social y de la intersección entre el Derecho Privado y el Público.
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Es eso lo que le da la gran visión general del Derecho, abarcadora, integral, multidisciplinaria, holística, con fino sentido político y social, que le permite moverse con soltura y facilidad entre los más diversos campos de la ciencia jurídica.
Fue precisamente esa visión y su total dominio de la ciencia constitucional lo que le permitió ser uno de los ejes motores de la Constitución de 2010, donde ha quedado su original impronta en el Título I, en la organización del Poder Legislativo y del Poder Ejecutivo, en los derechos fundamentales, en el régimen municipal, en el sistema electoral, en el diseño del sistema de justicia constitucional y en el régimen económico y social.
Ray Guevara es un peso pesado del Derecho Constitucional. Peso pesado porque domina como pocos la parte orgánica de la Constitución, la de la organización del poder, como la parte dogmática, la de los derechos fundamentales. De él puede decirse lo que Alain Duhamel afirmaba respecto de Robert Badinter: “Su pasión fría, su poderío demostrativo, su distancia y su altura lo convierten en poderoso. Su elegancia instintiva, su facilidad intelectual, su elocuencia inflexible y su formidable capacidad de trabajo humillan, a veces, a sus competidores y rivales”.
Este “presidente histórico” del Tribunal Constitucional, como atinadamente lo ha bautizado Reynaldo Ramos Morel, ha contribuido a consolidar una cultura constitucional democrática y ha dirigido sabiamente la institucionalización de ese Tribunal como garante de la constitucionalidad y de los derechos, sentando las bases, desde la pedagogía constitucional, para un sano y necesario patriotismo constitucional. Ray Guevara ha sido político, pero, como juez constitucional y como magistrado presidente, solo ha militado, para usar la frase de Miguel Carbonell, en el «partido de la Constitución», comprometido firmemente siempre, más allá de los vaivenes político-electorales, con la Constitución y los derechos.