José Trujillo Monagas (1841-1922), oriundo de las Islas Canarias, fue un sargento oficial médico español, asignado a Cuba y cuando la Anexión dominicana a España en 1861 fue trasladado a Santo Domingo. Obtuve de los Archivos Españoles su curriculum como militar.
Sabemos que estuvo en Las Matas de Farfán y Baní por lo que es probable que en San Cristóbal hubiese conocido a Silveria Valdez, dueña de una fonda y quien bajo otro nombre aparece mal vista en la novela “Engracia y Antoñita”, razón por la cual la misma circuló poco durante la dictadura de Trujillo. En el acta de nacimiento de José Trujillo Valdez, en 1864, el padre del dictador aparece como hijo natural (es decir fuera de matrimonio) de Silveria, pero también con el nombre “Trujillo”. J. Agustín Concepción en su obra “Dos tragedias y una falsedad” (La Vega, 1983) duda que Trujillo Monagas hubiese engendrado con la Valdez al padre de Trujillo, citando a otra posible persona. También hace referencia a una segunda acta de nacimiento, pero de 1865, cuando ya Trujillo Monagas estaba preso. Pero eso es tema para otro artículo.
Trujillo Monagas fue luego trasladado a la Línea Noroeste y cuando en marzo de 1865 los españoles se rindieron fue apresado junto con otros oficiales españoles y llevado a la Fortaleza San Luis en Santiago, donde en julio fue embarcado hacia Cuba, de donde nunca regresó.
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Yo dudaba sobre la vinculación del dictador dominicano con Trujillo Monagas hasta que estudié el papel de la familia Trujillo en Cuba. Un descendiente de Trujillo Monagas fue el comandante Santiago Trujillo, quien llegó a ser jefe de la policía secreta durante la cruel dictadura de Gerardo Machado. Una foto de Santiago Trujillo de 1931 me reveló el gran parecido que tenía con el dictador dominicano.
Trujillo Monagas, por su lado, al regresar a Cuba devino en capitán oficial del servicio secreto español y fue autor de un libro titulado “Los criminales de Cuba”, donde hace un extenso estudio sobre los ñáñigos cubanos, es decir la sociedad secreta de los abakuás. El sabio cubano Fernando Ortiz cita ese libro. Santiago Trujillo fue apresado durante 20 meses al caer Machado en 1933 y recibió la visita de un apoderado de Trujillo a quien le escribió en 1936 expresando la esperanza de visitar la República Dominicana. Trujillo siguió dando seguimiento a la suerte de su pariente quien eventualmente fue absuelto.
El dictador dominicano también mantuvo contacto con su familia cubana Pluyer Trujillo quienes eventualmente migraron a Santo Domingo. Trujillo se interesó en obtener copia del libro de Trujillo Monagas y cuando las turbas saquearon las residencias de los Trujillo después del 30 de mayo de 1961, me fue llevado un ejemplar del libro “Los criminales de Cuba” lo cual evidencia el interés del dictador por el mismo, el cual, por cierto, ha sido reeditado recientemente. Tanto la foto de Santiago Trujillo como el interés del dictador dominicano por su familia cubana me han hecho llegar a la conclusión de que Trujillo Monagas fue efectivamente el abuelo del dictador. Por supuesto, eso se podría determinar, sin ninguna duda, a través de una prueba de ADN tomada a uno de los descendientes de la familia Pluyer Trujillo y a uno de los nietos del dictador, aunque a uno de ellos, actualmente involucrado en la política dominicana de enfatiza su apellido “Trujillo”, tal vez no le interese contribuir con una muestra por si acaso resulta que Trujillo Monagas no fue el abuelo.
José Trujillo Valdez (“Pepito”) murió en 1935 y su hijo el dictador ordenó que le rindieron muchos honores y que fuese enterrado en la catedral de Santo Domingo, pero, en 1961, una vez abandonaron el país los últimos de los Trujillo, historiadores citaron sus fechorías previas a 1930. Con suma discreción sus restos fueron trasladados al cementerio de la Máximo Gómez. En cuanto a Silveria Valdez, una vez que su héroe Buenaventura Báez se fue al exilio, ella optó por pasar unos cuatro años en Santiago de Cuba tal vez en búsqueda de Trujillo Monagas. Se dice que murió, con más de 100 años de edad durante la Era de Trujillo, pero aparentemente su nieto no le rindió honores y su desaparición pasó desapercibida.
En mi única obra de ficción, “Dominicanes. Los perros del señor”, aludo al tema del abuelo de Trujillo haciendo uso de la famosa “entrada en escena” de la mulata Cecilia Valdez en la muy conocida zarzuela cubana donde entona: “Yo soy Cecilia Valdez…” Yo utilicé la frase: “Yo soy Silveria Valdez y solo yo sé de quien mi barriga es”.