El principal problema de los estudiantes dominicanos es que no leen

El principal problema de los estudiantes dominicanos es que no leen

Aunque en República Dominicana existe una ley, no la han acatado los funcionarios posteriores al régimen de Trujillo, porque no tienen una cultura archivística ni conciencia de la importancia del patrimonio documental de una nación.

Olga María Pedierro Valdés, una de las más experimentadas y reconocidas archiveras del área del Caribe, que además es historiadora, profesora, escritora, basa su afirmación en documentos de la tiranía localizados en el Archivo General de la Nación en los que se indica la obligación de remitir la memoria anual de las instituciones así como otros documentos después de cierto tiempo de producidos y “especifican detalles como el tipo de letras, cantidad de cuartillas, a cuántos espacios debían escribirse”, entre otros aspectos.

“Independientemente de su poder dictatorial había cierta organización. Si las instituciones del Estado no se organizan se corre el riesgo hasta de perder la identidad, es muy importante saber cómo se gestionan los documentos, los archivos son los garantes de la memoria que forma parte del patrimonio nacional”, significó.

Según sus investigaciones, “aquí no se hacían estudios de la historia institucional, sus funciones, estructura, objetivos de su creación, si se fusionó o se liquidó: y esa es la historia”.

Formada con los primeros archiveros que llegaron a Cuba desde la antigua Unión Soviética con “una preparación y una metodología formidables”, Olguita, como la llaman amigos y colegas, fue maestra sabatina de ministros de su país que acudían a tomar clases de “Preparación de cuadros”. “Ese día iban con sus directivos a ver los problemas de las instituciones, les hablábamos de la gestión documental y de conservación”.

Porque tal era la importancia que daba la escuela rusa a la documentación que “el director estatal de archivos de la URSS tenía que estar por encima del Consejo de Estado y es ahí donde pudieron lograr su alcance”.

“Pienso que las instituciones no parten de la importancia que deben dar a la documentación para la gestación del Estado y la transparencia. La Ley Nacional de Archivos tiene artículos muy importantes para su trayectoria”.

Olga puede opinar con propiedad de las deficiencias en la educación nacional y de las limitaciones de los estudiantes y profesionales porque continúa aquí su labor docente. Habla de la tecnología con gratitud y menciona sus términos como una adolescente porque esta le ha facilitado la enseñanza y es una herramienta útil para sus búsquedas. Es un modelo de actualización, disciplina, responsabilidad y vocación magisterial llegado como un regalo a Santo Domingo.

Nació en La Habana el 10 de agosto de 1944, hija de Jorge de Jesús Pedierro Valdés y Sonia Mercedes Valdés González. Después de kindergarten estudió en el colegio de monjas La Sagrada Familia, dirigido por Las hijas del Calvario que estuvieron en Cuba hasta principios de la Revolución.

Concluyó bachillerato en Letras en el Instituto de La Víbora; se graduó de Profesor Superior de Historia en la Universidad de La Habana y realizó entrenamientos en España y Rusia. Fue profesora de Historia de Cuba y Contemporánea y pasó por casi todos los departamentos del Archivo Nacional de Cuba desde que ganó un concurso por oposición en 1979: Catalogación, Clasificación y Catalogación, Procesos técnicos… Dirigió la sección de Fondos y Servicios Informativos, por lo que estuvo como responsable de la sala de consultas, mapoteca, fototeca y biblioteca.

Vino al país en 2007 y retornó a Cuba donde se hizo Especialista en el Sistema Nacional de Archivos. Regresó en 2008 y volvió a su Patria pero se encuentra de nuevo en Santo Domingo desde 2011. Es Asesora General en Archivística pero también imparte asignaturas en los cursos y diplomados del AGN.

En 2014 Olga María publicó “Gestión documental”, herramienta única, valiosa, para la organización de archivos, dedicado en gran medida a las secretarias, “que son gestoras documentales en las empresas e instituciones”. Olguita habla español e inglés y lee francés.

POBRE EDUCACIÓN. Lleva 50 años enseñando y no piensa abandonar esa vocación. Se adapta al nivel más elemental como al especializado. “Es parte de mi vida, cuando enseñas te das cuenta de los conocimientos que eres capaz de transmitir y además encuentras una reciprocidad con el alumno, no sabes lo que te va a preguntar y tienes que ser capaz de contestar, satisfacer sus expectativas, aclarar todas sus dudas, enseñar nuevos métodos”.

A su juicio, en el país se debe capacitar a los profesores y mejorar los programas de las asignaturas. “Cuando se hacen buenos programas no tienes que cambiarlos todos los años. En Cuba hay una educación bastante integral, los profesores y la calidad de la enseñanza son excepcionales”, afirma.

Por su experiencia como profesora en el país ha detectado que el gran problema de los alumnos es que no leen, “no hay hábito de lectura ni siquiera para prepararse en la profesión”. Dice que les entrega con anticipación por escrito lo que va a tratar y cuando pregunta quiénes lo leyeron solo uno o dos, de 25 o 30 levantan la mano. “No leen, no buscan en Internet, no investigan nuevas corrientes”.

Pregunta: “¿Cómo adquieres una cultura general si no lees? Que en un círculo se esté hablando del arte en todas sus manifestaciones, por ejemplo ¿cómo participas si no lees?”.

Sin embargo, no piensa abandonar la formación de los recursos humanos.

Lamenta que el archivero esté relegado en la sociedad dominicana. Cree que la archivística no se imparte ni como materia y le apena que haya empresas y organismos que manden a determinado personal al departamento de Archivo como castigo.

Olguita es divorciada, tiene un hijo, Alfredo, y un nieto, Alfredo de Jesús.

Se mantiene activa a los 70 años y así estará “mientras las neuronas me funcionen, hasta que me sienta útil, por el sentido de pertenencia y porque me gusta lo que hago”.

Ha vivido obstáculos que debió vencer Roberto Cassá para levantar de su agonía al Archivo General de la Nación y convertirlo en una institución modelo y por eso asegura que estará ahí mientras él lo dirija. “Temo que la persona que designen por él no sea capaz de continuar esa obra. Él no es archivero pero ha tenido una visión increíble de futuro”.

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