El problema del deterioro moral es complejo y profundo

El problema del deterioro moral es complejo y profundo

Teófilo Quico Tabar

Desde hace bastante tiempo se viene advirtiendo un deterioro en las conductas de una parte importante de la población. Particularmente en determinados segmentos sociales. El llamado proceso de corrupción que por más de 40 años unos cuantos hemos venido denunciando.

Dentro de dicho proceso de deterioro moral o conductual todos los sectores de alguna manera están salpicados. Lógicamente unos en mayor proporción que otros. Y aunque algunos se han atrevido a expresar que la mayoría de la población está corrompida, gracias a Dios no se ha producido a extremos irreversibles.

Por razones muy particulares muy pocos nos atrevíamos a decir que los organismos de seguridad y control del Estado estaban infectados por el virus de la descomposición moral. En aquellos tiempos hablábamos de corrupción y complicidad. Ahí están los artículos.

Porque era una ilusión creer, como algunos decían, que esos organismos estaban blindados contra los efectos del virus corruptor que de manos con la complicidad ha venido contagiando una parte importante de nuestra sociedad. Sobre todo en sus cúpulas.

Lo he escrito y lo reitero. El problema fundamental ha consistido en que los linderos, verjas o canales de conducción ético – moral se han ensanchado. Se han ampliado abruptamente, sin que los encargados de establecer y controlar el tamaño de dichos canales lo hayan advertido. Es más, en áreas de los encargados, dicho proceso de descomposición ha caminado mucho más rápido y ha penetrado más profundo.

Al ampliarse los parámetros conductuales, una parte importante de la cabeza de la sociedad cambió sus estilos de vida. Y así como ocurrió en las cúpulas, igual en el resto de la sociedad. Especialmente los que no han tenido la oportunidad de alcanzar los privilegios de lucir las galas de las minorías. Eso los ha motivado también a mover sus verjas y ensanchar sus parámetros. Incluso a eliminar cualquier tipo de barreras, dándoles riendas sueltas a todo, para ver si la ruleta de su azarosa vida cambia.

Cuando me refiero a una parte de las cúpulas, incluyo a todos los sectores de la nación: políticos, militares, judiciales, administrativos, legislativos, empresarios, comerciantes, profesionales, educadores, sindicatos. En todos tiene que producirse un cambio capaz de frenar el proceso de descomposición. Y luego restablecer el tamaño de los canales de conducción éticos y morales. En los que la sociedad pueda sentir vergüenza y temor por las cosas malas en todos los segmentos.

Ha sido un error suponer que las drogas y el lavado son solo asuntos de barrios y del tigüeraje. Por igual creer que la corrupción solo existe en determinadas oficinas públicas. Existen porque llegaron hace tiempo de las manos de los que siendo parte de las cúpulas se han beneficiado igual o mucho más que ellos.

Resultaría ingenuo pensar que haya organismos o instituciones fuera del peligro de la contaminación. Mucho menos en los que tienen que ver con el orden. Los de menor jerarquía imitan a los de mayor categoría. Si las cabezas no tienen el peso moral suficiente, el caso estará perdido. Porque todo es una cadena, compleja y profunda.

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